Ante un entorno complicado, con un endurecimiento de políticas monetarias, elevada inflación y una desaceleración económica mundial, Brasil y México, las potencias de Latinoamérica, son las economías con las más bajas perspectivas de crecimiento para el 2022.

Todo esto, a pesar de la recuperación de los flujos turísticos y la disminución del impacto de la pandemia; además del beneficio que pueden obtener las exportaciones por los altos precios de las materias primas.

De acuerdo con FocusEconomics, se estima que el Producto Interno Bruto (PIB) de México cierre este año con un aumento de 1.9% a tasa anual, mientras el incremento en Brasil sería de 1.5%.

Otra economía latinoamericana que no pinta con optimismo este 2022 es Paraguay, con una proyección de 0.4%; en tanto, los países con los mejores pronósticos son Venezuela con un avance  de 10.1% y Colombia con 5.8%. Ambos países presentan un efecto ‘rebote’ y menor inflación.

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Concentración de México y Brasil

Sin embargo, las economías más grandes son Brasil y México, que en conjunto aportan 57% del PIB de América Latina, y por ende, marcan la tendencia que tomará la región.

Para México, los factores que influyen en la desaceleración que dibujaría su economía son la aceleración de la inflación, el endurecimiento de su política monetaria con elevadas tasas de interés, la fase recesiva que traza Estados Unidos e incertidumbre política que afecta a la inversión.

Positivamente, los precios más altos del petróleo impulsarán los ingresos por exportaciones y los servicios se beneficiarán de un menor impacto de la pandemia. Pero las interrupciones en las cadenas de suministro, una posible recesión en Estados Unidos y una formulación errática de políticas plantean riesgos

advierte la consultoría en su reporte FocusEconomics Consensus Forecast LatinFocus.

Inflación regional de doble dígito

Focus Economics señala que la inflación regional llegó a 15.6% anual en junio, derivado principalmente de monedas más débiles, cuyas expectativas manifiestan un nivel inflacionario de doble dígito, pese as tasas de interés más altas y los subsidios gubernamentales.

Los riesgos que se prevén al cierre del 2022 son la depreciación del tipo de cambio, los fenómenos meteorológicos extremos, la volatilidad de los precios de las materias primas y los posibles subsidios adicionales.

La inflación en México se ubicó en 8.15% en julio, la mayor variación en más de 21 años, obligando al banco central a aumentar la tasa de política monetaria a 8.50%. La sequía en el país y la extensión de la invasión rusa en Ucrania se presentan como los mayores riesgos.

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Potencia debilitada

Brasil, la potencia latinoamericana, su proyección de bajo crecimiento en el 2022 se debe particularmente al aumento del gasto público previo a las elecciones presidenciales de octubre próximo, incertidumbre sobre la situación fiscal y el deterioro del crédito.

La inflación anual en Brasil ascendió a 10.07% en junio pasado, mientras su tasa de política monetaria llegó a 13.75%.

Los panelistas de FocusEconomics señalan que de cara al futuro, las medidas antiinflacionarias del gobierno, una postura de política monetaria contractiva y un real más fuerte deberían allanar el camino para que las presiones sobre los precios comiencen a moderarse.

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Venezuela, un caso especial

Venezuela es un caso especial en Latinoamérica. FocusEconomics prevé que registre un crecimiento de su PIB de 10.1% en este año, el mayor nivel de la región.

Los motivos de este aumento serían por un efecto rebote debido a años previos de recesión; el alza en la producción petrolera, que junto a elevados precios del crudo, incentivó los ingresos del gobierno, y una desaceleración de la inflación que detonó el consumo privado.

Otro punto importante que recalca la consultoría es que a mediados de julio el gobierno promulgó la Ley Orgánica de las Zonas Económicas Especiales, cuyo objetivo es apoyar el crecimiento y diversificar la economía para no depender del petróleo.

Cabe destacar que la inflación anual en Venezuela, pese a ser la más alta de la región, pasó de 222% en abril a 167% en mayo pasado, la menor tasa desde octubre del 2015. Un riesgo latente, al igual que en toda Latinoamérica, es el traspaso de los elevados precios internacionales de las materias primas.