El Pacto Oaxaca fue planteado como un detonador de inversiones en la región, tanto públicas como privadas, pero expertos y líderes del sector ven incertidumbre en la planeación, lo que podría limitar el impacto del proyecto.
Los constructores a través del tiempo hemos señalado que estamos interesados en participar en el desarrollo de la infraestructura. Estamos preocupados porque no se habla de los constructores mexicanos que son necesarios para este desarrollo. Necesitamos que las reglas del juego estén claras y sobre la mesa para motivar la generación de empleo
Eduardo Ramírez Leal, presidente de la CMIC
Ramírez Leal externó su preocupación por la posible participación de industria de la construcción informal, que no genera riqueza al país, ni valores adicionales a los trabajadores, como seguridad social.
En el evento organizado por la Concamin la semana pasada se anunciaron inversiones totales por al menos 18,400 millones de pesos, que comprenden rehabilitación de carreteras y vías ferroviarias y la ampliación de los puertos de Veracruz y Oaxaca.
A esto falta sumar la construcción de ductos y unidades de almacenamiento de gas.
El líder de la CMIC admitió que, a pesar de que ellos consideran que se trata de una planeación de infraestructura a largo plazo, desconocen los alcances de los proyectos.
En el caso de los puertos no conocen los objetivos finales. En el de las carreteras no saben si se mantendrán los trazados o si la modificación de curvas y pendientes provocarán que la obra se salga de los derechos de vía actuales.
La preocupación de la CMIC consiste en que la falta de proyectos ejecutivos completos haga que los constructores absorban la culpa por presupuestos inflados, temas sociales o impacto ambiental, sobre todo al finalizar el sexenio.
La suma del Pacto Oaxaca y el Programa de Mejoramiento Urbano pintan una imagen relativamente clara de los proyectos de infraestructura en el sexenio. Sin embargo, existen necesidades de otras obras en distintos puntos del territorio, además de que no deben descuidarse las obras de mantenimiento y adecuación de obras.
En cuanto al presupuesto, existe espacio de maniobra para la infraestructura mexicana. La Secretaría de Comunicaciones y Transportes ha ejercido cerca del 50% de su presupuesto de este año, algo que Ramírez Leal no considera grave, pues el ejercicio de recursos anuales no suele ser lineal. Además, el Banco Europeo de Inversiones ha manifestado su deseo de participar en proyectos en el área del Istmo de Tehuantepec.
Roberto Hernández, catedrático de la UNAM, considera que será complicado empatar estos proyectos con otras grandes obras insignia de la administración, que también requerirán de un presupuesto considerable para ser desarrolladas.
Tenemos ya grandes proyectos que demandan gente y recursos: la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, el Aeropuerto de Santa Lucía. Al menos en dos de los proyectos que menciona van 5,200 millones de pesos. Si a esto sumamos el contexto de desaceleración económica uno empezaría a pensar que traducir los buenos deseos en obras no es un detalle menor
Roberto Hernández, Catedrático, UNAM
Hernández señaló además que el Banco Mundial identifica a los estados del sureste como los territorios con mayores dificultades para obtener permisos de construcción o derechos de propiedad, por lo que las obras podrían verse obstaculizadas por la “tramitología”.