En una caída que sorprendió al mundo, Carlos Ghosn, el ejecutivo que salvó a Nissan, revivió a Renault y revolucionó como las automotrices pueden compartir tecnologías y costos, fue arrestado el lunes.

Con su labor al frente de Nissan, la llevó a ser la mayor fabricante automotriz del planeta, si se considera su alianza con Renault y Mitsubishi, con 10.6 millones de vehículos vendidos en conjunto al año.

La acusación

Una investigación interna de la empresa reveló que Ghosn “conspiró para minimizar su retribución en cinco ocasiones, entre junio de 2011 y junio de 2015″.

Se declararon al fisco 4,900 millones de yenes (unos 43 millones de dólares), pero Ghosn había ganado casi 10,000 millones de yenes (89 millones de dólares) en ese periodo, indicó la fiscalía de Tokio.

En una rueda de prensa ofrecida por la noche, el presidente ejecutivo del constructor de automóviles japonés, Hiroto Saikawa, también mencionó “otras malversaciones, como el uso de bienes de la empresa con fines personales”.

El escándalo ocurre cinco meses después de que el ejecutivo de 64 años ganó -por un estrecho margen- una votación de los accionistas de Renault para recibir un pago de 7.4 millones de euros (8.5 millones de dólares) por 2017, después de haber perdido una votación en 2016.

La reacción de los inversionistas

Analistas señalaron que Carlos Ghosn actuaba como el “cemento que juntaba” la alianza de los tres grupos automovilísticos, según una nota de Commerzbank citada por la agencia Bloomberg, lo que se reflejó en sus cotizaciones.

Este martes, las acciones de Nissan cayeron hasta 6.5%, para al final cerrar con una pérdida de 5.45%, a 951 yenes. Las de Mitsubishi Motors se desplomaron casi 8% durante la jornada, para luego recortar sus pérdidas a 6.85%, a un precio de cierre de 680 yenes.

En Francia, los títulos de Renault cerraron ayer con una caída de 8.43%, en 59.06 euros en la Bolsa de París, tras haberse desplomado 12% después de las primeras informaciones de la prensa.

Aunque no todos están preocupados por la salida de Ghson. “Vender acciones de Nissan o Renault por estas noticias es tonto. No hay algo como un ‘hombre clave’ en una empresa de 400,000 personas. Tampoco es Steve Jobs. Y a Apple le ha ido bien”, opinó el director general de desarrollo de negocios en Selerity, Junta Nakai, citado por Bloomberg.

Las críticas

Dentro de Nissan es difícil para algunos creer el lado oscuro de Ghosn.

“Es un avaricioso. Al final, no es más que una cuestión de dinero”, declaró un responsable de Nissan al diario Yomiuri. “Pedía a sus subordinados que cumplieran con objetivos difíciles, pero él mismo seguía percibiendo un sueldo alto, incluso cuando las actividades de Nissan no iban tan bien”, añadió el periódico.

El presidente ejecutivo de Nissan dedicó unas duras palabras contra su otrora mentor, caído en desgracia por haber concentrado demasiado poder, según sus palabras. “Es un problema que se haya dado tanta autoridad a una sola persona”, declaró en la sede del grupo, en Yokohama, denunciando “el lado oscuro de la era Ghosn”.

En la sede de Nissan, los empleados estaban consternados. “Fue totalmente inesperado, no sé qué pensar”, dijo un empleado de 38 años al diario económico Nikkei.

Su método

El ciudadano francés, nacido en Brasil y de origen libanés, comenzó su carrera en el fabricante de neumáticos Michelin en 1978, para luego ser contratado por Renault en 1996, donde supervisó una reestructuración que le valió el apodo de ‘Le Cost Killer’ (El asesino de costos).

En momentos en que los mercados de autos en Europa Occidental y Japón pasaban por problemas, Ghosn promovió autos baratos para las masas de los mercados emergentes y se apuntó a los vehículos eléctricos antes que muchos otros.

Llegó a Nissan en 1999, después de que Renault compró una participación en la japonesa, en esos momentos al borde del colapso, e implementó grandes recortes de personal y el cierre de fábricas. Posteriormente, desarrolló un método para que ambas empresas trabajaran de forma conjunta, compartiendo los costos de desarrollar nuevos modelos y negociando a la par con los proveedores, lo que les permitió lograr mejores precios, detalla el New York Times.

Bajo su dirección, la alianza logró superar los problemas que surgen de diferentes culturas corporativas y nacionales, a diferencia de lo que ocurrió en el caso de Daimler y Chrysler, cuya unión poco exitosa se disolvió en 2007.

Además, nunca ocultó su opinión de que creía que había demasiados fabricantes de automóviles en el mundo y que la consolidación continuaría. En 2016, sumó a la japonesa Mitsubishi Motors a la alianza entre Nissan y Renault.

El futuro de la alianza

El equilibrio de la alianza reposaba en un solo hombre que ahora cayó brutalmente de su pedestal. Renault posee 43% de Nissan, que a su vez tiene 15% de Renault y 34% de Mitsubishi Motors.

En los últimos meses, la atención se ha centrado cada vez más en cómo simplificar la compleja red de participaciones cruzadas entre las empresas socias de la alianza para garantizar que siga prosperando tras la eventual salida de su arquitecto principal.

Fuentes cercanas al asunto dijeron en marzo que los socios estaban discutiendo planes para una alianza más estrecha en la que Nissan adquiriría la mayor parte de la participación del 15% del estado francés en Renault.

Tras el arresto de Ghosn, los planes para la alianza para el futuro son ahora más urgentes que nunca. Las tres empresas han anunciado que lo retirarán de sus posiciones ejecutivas.

Mitsubishi Motors dijo este lunes que su directorio relevó a Carlos Ghosn de su cargo como presidente.

“Ghosn ha perdido la confianza de Nissan y es difícil para él cumplir sus tareas”, por lo que se procedió a su destitución, afirmó Mitsubishi Motors en un comunicado.

Para las autoridades japonesas y francesas, como el presidente francés Emmanuel Macron o el ministro de Industria nipón, Hiroshige Seko, la prioridad ahora es “la estabilidad de la alianza” de las tres marcas.

 

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