La pandemia del COVID-19 ha generado varios cambios en los patrones de gasto de los consumidores y también ha afectado la medición de la inflación que enfrenta restricciones debido a las medidas de distanciamiento social.

La tasa de inflación de COVID-19 es más alta que las cifras oficiales en Estados Unidos, tanto para el índice general como para el subyacente, de acuerdo con la investigación, Inflación con canastas de consumo COVID, de Alberto Cavallo, publicada por la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés).

La  investigación también encontró resultados similares con las cestas COVID en 10 de 16 países que analizó. Las estimaciones para el caso de Estados Unidos se produjeron con datos transaccionales recopilados de tarjeta de crédito y débito.

Cavallo indica que la diferencia es significativa y crece con el tiempo, ya que las reglas y los comportamientos sociales de distanciamiento han hecho que los consumidores gasten relativamente más en alimentos y otras categorías con una inflación creciente, y relativamente menos en transporte y otras categorías que experimentan una deflación significativa.

Para abril de 2020, la tasa de inflación anual del índice COVID de Estados Unidos era de 1.06%, en comparación con 0.35% del índice oficial.

En particular, los consumidores gastaron menos en transporte, hoteles, restaurantes y recreación, mientras que los gastos en alimentos y otros comestibles han aumentado tanto en términos absolutos como relativos.

Mis resultados tienen implicaciones importantes para los responsables de las políticas públicas que intentan responder a la crisis. Sugieren que el costo de vida para el consumidor promedio es más alto que el estimado por el índice de precios al consumidor oficial, lo que implica que el consumo real está disminuyendo más rápidamente con el tiempo

dice Alberto Cavallo.

El investigador de la Harvard Business School indica que los efectos en el bienestar son particularmente relevantes durante esta crisis, donde una gran parte de la población está desempleada. Por lo que sus resultados también destacan la divergencia en las tasas de inflación sectoriales que reflejan diferentes choques de oferta y demanda en las categorías de muchos países.

En México, una investigación del subgobernador de Banco de México, Gerardo Esquivel y Raymundo Campos, investigador asociado a la subgobernatura de Esquivel, señala que antes de las restricciones por la pandemia, el gasto nominal total en tarjeta de crédito crecía a tasas de alrededor de 7 % anual, mientras que el gasto en tarjeta de débito crecía aproximadamente en 15 % anual.

Con el anuncio de las restricciones, el gasto en ambos tipos de tarjeta empezó a caer casi en forma inmediata. En el caso del gasto en tarjetas de crédito, este se contrae desde la última semana de marzo y profundiza la caída a lo largo de abril. Para mediados de abril se alcanza la mayor caída: 40% en tarjeta de crédito y 20% en tarjeta de débito.

En términos de montos absolutos para el mes de abril, esto implica una pérdida de aproximadamente 22,000 millones de pesos en tarjeta de crédito y de 13,000 millones de pesos en tarjeta de débito. Esto representa una pérdida de aproximadamente 1.7 % del PIB de un mes y de 2.6% del consumo privado en un mes promedio

indica la investigación Niveles y patrones de consumo en la era del COVID-19.

A inicios de abril el INEGI dijo que debido a la contingencia sanitaria en abril y mientras esté vigente, la medición de la inflación se hará mediante medios electrónicos como el internet, correo electrónico, teléfono y otras tecnologías de la información para obtener sus cotizaciones.