Las medidas de fiscalización que Donald Trump ha impuesto a los inversionistas extranjeros que buscan capitales de riesgo en empresas tecnológicas estadounidenses redujeron drásticamente las multimillonarias apuestas chinas y el crecimiento tecnológico en Silicon Valley.

En medio de tensiones comerciales entre Pekín y Washington, inversionistas y fundadores de nuevas compañías detienen contratos por el temor a las condiciones que impondrá el nuevo régimen regulatorio de agosto impulsado por el presidente Trump.

Sin embargo, la pérdida económica que implicaría el alejar a inversionistas asiáticos es mucho mayor que lo que supondría la inversión de cualquier otro país, de acuerdo con la firma de investigación Rhodium Group de Nueva York, el financiamiento de riesgo chino en nuevas empresas estadounidenes alcanzó el récord de 3,000 millones de dólares en 2018.

Desde el inicio de las hostilidades comerciales entre la administración de Trump y la china, la financiación de parte de compañías y empresarios chinos en nuevos proyectos de capital de riesgo en EU se han reducido a mínimos críticos, de acuerdo con más de 35 entrevistas a jugadores de la industria que la agencia de información Reuters realizó.

El mandatario de Estados Unidos firmó una nueva legislación que amplía la capacidad del gobierno para bloquear la inversión extranjera en firmas nacionales, sin importar el país de origen, a lo que se agrega la preocupación del presidente por el hecho de que China tenga acceso a tecnologías estratégicas en su territorio.

Y aunque las regulaciones prometidas aun no se terminan de definirse, los veteranos de la industria tecnológica advierten que las consecuencias son rápidas y preocupantes.

“Los acuerdos que involucran a compañías chinas, compradores chinos e inversionistas chinos prácticamente se detuvieron”, declaró el abogado Nell O’Donnell, quien representa compañías tecnológicas de Estados Unidos en transacciones con compradores extranjeros.

Los expertos consultados por Reuters indicaron que los tratos en curso se reescriben con rapidez y rigor para garantizar que las inversiones representadas obtengan la aprobación de Washington.

No sólo los capitales chinos se alejan, los mismos emprendedores estadounidenses evitan tener contacto con dinero asiático ante las implacables revisiones gubernamentales que podría agotar sus recursos y su impulso en un sector donde la velocidad de comercialización es crítica.

Uno de los ejemplos es Volley labs, compañía con sede en San Francisco que utiliza inteligencia artificial para crear materiales de capacitación corporativa, que prefirió apostar por el camino seguro y rechazó las ofertas de inversionistas chinos el año pasado luego de aceptar efectivo de TAL Education Group, con sede en Pekín.

“Decidimos por razones ópticas que simplemente no tendría sentido exponernos más a los inversores que vienen de un país donde ahora hay tanto tensiones comerciales y polémicas de propiedad intelectual”, comentó el CEO de Volley, Carson Kahn.

Por su parte, un capitalista de riesgo de Silicon Valley reveló a Reuters que él conoce al menos diez acuerdos, algunos que involucran clientes de su cartera, que se desmoronaron porque necesitarían la aprobación del grupo interinstitucional conocido como el Comité de Inversión Extranjera en los Estados Unidos (CFIUS).

CFIUS es el órgano gubernamental encargado de revisar la inversión extranjera en orden con la seguridad nacional y los riesgos competitivos. La nueva legislación amplía sus poderes; entre ellos la capacidad de sondear transacciones previamente excluidas de su ámbito, incluidos los intentos por parte de extranjeros de comprar participaciones minoritarias en empresas emergentes de EU.

China, en la mira

El gigante asiático ha invertido con agresividad en tecnología considerada crítica para la competitividad global y destreza militar de EU.

Las compras incluyen participaciones en las firmas de transporte de viaje Uber y Lyft, así como compañías con enfoques más sensibles, como la firma de redes de centros de datos Barefoot Networks, la startup de conducción autónoma Zoox y la startup de reconocimiento de voz AISense.

Sin embargo, es poco probable que la escasez de dinero chino se convierta en el día del juicio final para Silicon Valley. Inversionistas de todo el mundo inyectaron más de 84,000 millones de dólares en nuevas empresas estadounidenses durante los primeros nueves meses de 2018, lo que superó al total de los fondos de inversión de todo ese año, estima el proveedor de datos PitchBook.

Pero, rechazar una intención de inversión no es bien visto por los asiáticos. Kahn reconoció que desairar el capital de China puede dificultar la expansión de las startups en el extranjero.

“Aquellos que somos operadores y empresarios sentimos la peor parte de estas tensiones”, confesó el CEO de Volley.

La nueva regulación será un cambio histórico para Silicon Valley, que ha recibido dinero desde todos los rincones del mundo, incluso de rivales geopolíticos como Rusia o China y con grandes cifras, principalmente debido a la falta de medidas de control gubernamental.

Reid Whitten, abogado de Sheppard Mullin, dijo que de las seis compañías a las que recientemente recomendó obtener la aprobación de CFIUS para sus ofertas de inversión, solo dos optaron por presentar el papeleo. Los otros abandonaron sus tratos o aún consideran si proceder o no.

“Es un cambio generacional en la forma en que vemos la inversión extranjera en los Estados Unidos”, señaló Whitten.

Tecnologías criticas

CFIUS emerge como un poderoso garrote. Dirigido por el Tesoro de los Estados Unidos, incluye miembros de otras ocho entidades gubernamentales, entre ellos los departamentos de Defensa, Estado y Seguridad Nacional.

El comité secreto no revela mucho sobre los acuerdos que revisa. Pero su informe anual más reciente dijo que los inversionistas chinos hicieron 74 presentaciones de CFIUS de 2013 a 2015, más que cualquier otra nación.

El presidente tiene la autoridad para tomar la decisión final, pero una aprobación de CFIUS suele ser suficiente para hacer un trato.

Una de las demostraciones del recelo comercial de Donald Trump se mostró incluso antes de que se aprobaran las primeras medidas regulatorias, cuando en marzo, el mandatario bloqueó una oferta de 117,000 millones de dólares de Broadcom, con sede en Singapur, que buscaban comprar Qualcomm, de San Diego. CFIUS refirió que la adquisición debilitaría a EU en la carrera por desarrollar tecnología inalámbrica de futura generación.

El pasado noviembre, CFIUS implementó un programa piloto que obligaba a los inversionistas extranjeros a notificar al comité cualquier inversión de tamaño en ciertas “tecnologías críticas”.

El alcance de ese término aún no está definido, pero una lista de trabajo incluye inteligencia artificial, tecnología logística, robótica y análisis de datos – el pan y la sal de Silicon Valley.

La firma de investigación Rhodium predijo que hasta tres cuartas partes de las inversiones de riesgo chinas estarían sujetas a la revisión de CFIUS según las nuevas reglas.

Peter Kuo, cuya firma, Silicon Valley Global, conecta a los inversionistas chinos con nuevas empresas estadounidenses, dijo que su negocio se ha desplomado dramáticamente. Durante 2018 ni un solo inversionista chino tomó una participación en las compañías que compró.

“CFIUS no mató a nuestra organización, pero obstaculizó a muchas empresas nuevas, y la mayoría de ellas son empresas estadounidenses”, afirmó Kuo.

China todavía tiene posibilidades para invertir en tecnología dentro de EU. La solución reside en capas de fondos que ocultan la fuente de los recursos, antes de que los inversionistas chinos sigan redirigiendo fondos a compañías prometedoras en el sudeste asiático y América Latina.

Mientras tanto, las nuevas empresas estadounidenses reescriben los términos de sus contratos para evitar una revisión de CFIUS.

Las estrategias incluyen agregar disposiciones para evitar que los inversionistas extranjeros obtengan información técnica patentada y negarles derechos de junta, derechos de veto o capital adicional en futuras rondas, señalaron expertos en leyes comerciales.