Sin paredes, sin cubículos, con colores vivos y sillones por doquier. Las oficinas abiertas son una constante en la actualidad, pero el concepto nació en Nueva York hace menos de 25 años. Y no, We Work no es el pionero.
Hoy tener una oficina con estas características es sinónimo de una empresa moderna, creativa y hasta más relajada, ¿pero a quién se le acredita?
Fue el arquitecto italiano Gaetano Pesce que en 1994 creó la primera oficina abierta.
Su cliente, el director de la famosa agencia de publicidad Chiat Day, pidió que el espacio fuera libre de papel, -por lo tanto libre de clips, folders y cajones-, que no tuviera paredes ni oficinas y que fuera lo más cómodo posible, contó Pesce en entrevista con la radiodifusora estadounidense, NPR.
El arquitecto construyó un espacio con colores vivos donde predominaba el rojo, que parecía -en sus palabras- una sala gigante. Contaba con cafetería, sillones, una mesa de ping pong, escaleras (que no llevaban a ningún lado), piso color mandarina y una serie de lockers donde se guardaba un celular y una laptop para cada trabajador.
La gran innovación, que New York Magazine denominó como “el lugar en que los trabajadores parecen estar viajando a una dimensión mejorada”, sirvió también como experimento social.
¿Qué pasaría si liberan a los trabajadores de sus aburridos escritorios y grises cubículos?
This Planet Money episode on the origins of the open office was interesting – it originally looked like this! A bit much https://t.co/Za6boMpjYa pic.twitter.com/jtOjvBpMvC
— Nikhil Krishnan (@nikillinit) 21 de agosto de 2018
Paul Spencer describe a NPR cómo la emoción por trabajar en un lugar “tan cool” -la agencia responsable de popularizar al conejo Energizer- se terminó a los pocos días.
“Todo estaba muy abierto, muy colorido, y sobretodo muy ruidoso”, recuerda en entrevista para la cadena de radio estadounidense. “Era como estar sentado dentro de una migraña”, coincidió el director creativo de Chiat Day, Shalom Auslander.
¿El primer resultado del experimento? Los trabajadores comenzaron a apropiarse de las salas de junta, oficinas y cualquier otro espacio que tuviera paredes y puertas.
La gente iba a los pasillos junto a la escalera de emergencias a tomar llamadas privadas, recuerda Spencer, porque no tenían un espacio dónde hacerlas.
Y aunque el creador de la oficina abierta sabe que hay gente que no se siente cómoda en estos espacios, sigue pensando que, en general, sí promueven la creatividad.
La historia parece darle la razón, pues fue durante este periodo que la agencia creó la inolvidable campaña ‘Think Different’, de Apple.
Pero tal vez el concepto de oficina abierta no sea para todos.
En 2013, la empresa de diseño internacional, Gesnler, hizo un estudio sobre la percepción de comodidad y productividad en los trabajadores. En esta encontró que el 53% de los encuestados presentó molestias para concentrarse en estos espacios, sólo colaboran alrededor del 24% y su desempeño laboral cayó 6%.
¿Y los millennials? Según un estudio realizado en Finlandia, los jóvenes de esta generación parecen estar cómodos en estos espacios, sin importarles el exceso de ruido o la falta de estabilidad. Aseguran que propician el trabajo en equipo, la socialización con otros miembros del equipo y la eliminación de espacios negativos.
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