En la actualidad la tecnología basada en Inteligencia Artificial (IA) está creciendo, lo que ha creado una infinidad de nuevos conflictos en diversas áreas. 

La IA ha logrado que sea prácticamente imposible para una persona distinguir entre lo real y lo falso. Ante esta situación, las empresas corren el riesgo de ser estafadas por fraudes sintéticos o deepfakes, es decir, la creación de personajes para interactuar a través de un dispositivo móvil con una identidad falsa o suplantando a una persona real.

De acuerdo con estadísticas de Sumsub este tipo de estafas creció considerablemente desde el año pasado hasta el primer trimestre de 2023. En este periodo los deepfakes, entre otro tipo de fraudes, incrementó 4,500% en Canadá, 1,200% en Estados Unidos, 407% en Alemania y 392% en Reino Unido. 

En el primer trimestre de 2023, el mayor número de deepfakes provino de Reino Unidos y España con 11.8% y 11.2%, respectivamente, seguidos de Alemania con 6.7% y Países Bajos con 4.7%. Estados Unidos ocupó la quinta posición con 4.3% de los casos. 

En resumen, desde 2022 hasta el primer trimestre de 2023, la proporción de este tipo de fraudes creció de 0.1% a 4.6% en Canadá; de 0.2% a 2.6% en Estados Unidos; de 1.5% a 7.6% en Alemania; y de 1.2% a 5.9% en Reino Unido. 

Los fraudes a viajeros
Fotoarte: Fernando Ramírez

¿Qué son los deepfakes?

Un deepfake es un video, una imagen o un audio manipulado con machine learning que imita la apariencia y el sonido de una persona, para generar una identidad falsa o suplantar a una persona real.

Asimismo, el fraude sintético es un término más general que se refiere a los contenidos creados por IA que suelen utilizar los estafadores. Tanto los deepfakes como los fraudes sintéticos se basan en las mismas tecnologías de IA.  

Las industrias que trabajan de manera virtual con clientes son las más vulnerables a este tipo de robos. Hasta el momento los sectores que se han visto más afectados por estos fraudes son las fintech, pagos, criptomonedas y juegos de apuestas.

Samsub afirma que el ojo humano no será capaz de distinguir entre un adecuado deepfake y una persona real; sin embargo, la solución viene de la misma tecnología que creó el problema: la inteligencia artificial. 

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Actualmente, la industria ya tiene en marcha soluciones para detectar deepfakes a través de la denominada tecnología liveness, que permite determinar si quien está interactuando con el dispositivo es una persona viva y físicamente presente. 

Con ello se pueden identificar intentos de robo de identidad digital a través de algoritmos que analizan los elementos que rodean el rostro, así como las características biométricas de la persona. 

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