Los suizos deciden este domingo si las multinacionales con sede en el país alpino tienen que esforzarse más para garantizar el respeto de los derechos humanos y del medioambiente en sus actividades en el extranjero.
La iniciativa, llamada de “las multinacionales responsables”, que será sometida a voto este 29 de noviembre, haría obligatorio que las empresas tomen medidas para prevenir las violaciones de los derechos humanos y lo comprueben. Las compañías podrían tener que comparecer ante los tribunales suizos por posibles incumplimientos.
Los partidarios de esta iniciativa lanzaron una gran campaña en todo el país. En uno de los carteles más emblemáticos de la campaña, se ve el rostro triste de una niña en Perú delante de una mina que pertenece a una empresa controlada por el gigante de materias primas Glencore.
Debido a las emisiones de metales pesados, unos 2,000 niños en la región presentan síntomas crónicos de intoxicación, sufren anemia, discapacidades y parálisis, destaca el grupo.
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Según ellos, existen múltiples ejemplos de estas malas prácticas, como los pesticidas prohibidos desde hace tiempo en Suiza vendidos por la empresa agroquímica Syngenta o las emisiones de partículas finas de la cementera de LafargeHolcim en Nigeria.
Un sondeo de mediados de noviembre del grupo de prensa Tamedia daba 51% de los votos a favor de adoptar esta iniciativa.
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Apoyo multisectorial
La idea, que recogió 120,418 firmas para poder ser puesta a votación, cuenta con el apoyo de una gran coalición de diputados, docentes universitarios, sindicatos, 130 ONG y organizaciones religiosas, como la Conferencia Episcopal.
Para los partidarios de la iniciativa, aunque el respeto de los derechos humanos es una evidencia para la inmensa mayoría de las empresas suizas, las medidas voluntarias no son suficientes.
Exigen que Suiza establezca leyes claras para las empresas activas en el extranjero, con miras a que las compañías que no las cumplan tengan que responder por ello.
“Una empresa con pocos escrúpulos no tiene que tener ventaja competitiva en relación a las otras porque no respeta los derechos humanos”, declaró a Chantal Peyer, representante de la organización caritativa protestante Pain pour le prochain (Pan para el prójimo).
Oposición
No obstante, el Parlamento y el Consejo Federal (gobierno) consideran que esta iniciativa “va demasiado lejos” e instan a los votantes a rechazarla.
Ningún otro país tiene reglas tan estrictas, dijo el gobierno. Va contra “las ovejas negras” pero afecta a todas las empresas suizas, incluyendo las que se “comportan correctamente”.
Incluso podría ser contraproducente, si las empresas abandonan los países donde invierten y crean empleo.
Para contrarrestar la iniciativa, el Parlamento ha elaborado un contraproyecto con los mismos objetivos, pero con reglas “coordinadas a nivel internacional”. Será activado si los electores rechazan la propuesta original.
Varias organizaciones patronales han defendido el contraproyecto, ya que consideran que la intención de la iniciativa “es buena, pero no la solución”.
A los círculos económicos les preocupa que las empresas tengan que responder por los daños ocasionados por las compañías que controlan, a menos que demuestren que han tomado todas las medidas diligentes necesarias.
Seremos presuntamente “culpables hasta que demostremos lo contrario”, se queja Paul Bulcke, presidente de Nestlé, en la radio RTS.
“Incluso si la demanda no concluye y la empresa puede demostrar su buena intención, puede dañar la imagen”, advierte Jean-Daniel Pasche, presidente de la Federación de Relojería, en entrevista. Y luego el prestigio de la empresa tarda mucho en recuperarse, insiste.
Financiamiento de armas de guerra, a votación
Además de la importante iniciativa sobre las responsabilidades de las multinacionales, los suizos votarán este domingo un texto que pretende prohibir al banco central y a las cajas de pensiones que inviertan en empresas que fabrican material bélico.
En Suiza, la fabricación de armas nucleares, biológicas y químicas así como de minas antipersona y bombas de racimo ya está prohibida.
Pero en esta democracia semidirecta donde los ciudadanos pueden presentar un proyecto de reforma después de haber recabado al menos 100,000 firmas, los partidarios de este texto quieren ampliar estas prohibiciones al resto de fabricantes de material bélico, independientemente de que se trate de vehículos blindados, sistemas de defensa antiaérea o componentes.
Según un sondeo publicado el 18 de noviembre por el diario 20minutes y el grupo de prensa Tamedia, 41% de los encuestados piensa votar a favor, 58% en contra y 1% está indeciso.
Los partidarios del sí piden que se prohíba conceder créditos a las empresas que los fabrican y que el Banco Nacional Suizo (BNS) y las cajas de pensiones no puedan poseer acciones ni hacer inversiones en este tipo de empresas.
Aunque Suiza no participa en conflictos armados, su centro financiero contribuye, en cambio, a financiar a los fabricantes de material de guerra, por lo que los promotores de la iniciativa sostienen que esto es “incompatible con la neutralidad” del país.
La campaña se ha basado en afiches que muestran un tanque de guerra de origami fabricado con billetes de 100 francos.
Propuesta por una asociación antimilitarista denominada Grupo para una Suiza sin Ejército y por los jóvenes Verdes, ha tenido eco a través de una de sus militantes: una abuela que a los 86 años fue sorprendida por la policía escribiendo un eslogan en el muro que rodea al Banco Central durante las obras de renovación.
Heute lancieren wir die Kampagne der @kriegsgeschaeft-Initiative zusammen mit @jungegruene_ch ? Unser Motto: Kein Schweizer Geld für die Kriege dieser Welt! Danke auch @spschweiz @GrueneCH @ICAN_CH @evppev @JusoSchweiz und vielen mehr für die Unterstützung! pic.twitter.com/TZmxXRnbXL
— GSoA (@GSoASchweiz) October 1, 2020
Parlamento y gobierno en contra
El Parlamento y el Consejo Federal recomendaron rechazar la iniciativa, ya que la consideran demasiado restrictiva.
La iniciativa considera que son productores de material bélico aquellas empresas que realizan más del 5% de su volumen de negocios con el armamento, con excepción de los “equipos para el desminado humanitario”, “armas de caza y deportivas” y su munición.
Si se aprueba la iniciativa, ya no será posible invertir en empresas conocidas sobre todo por sus actividades en la aviación civil, como Boeing o Airbus. El grupo británico Rolls Royce, por ejemplo, fabrica reactores para aviones, pero realiza 20% de su volumen de negocio en el sector de la defensa, por lo que dejaría de ser posible invertir en dicha empresa, ilustró el gobierno en los documentos que enlistan las consecuencias de votar a favor.
“La iniciativa no hará el mundo más pacífico”, arguyó el Consejo Federal, subrayando que la parte del mercado de Suiza a nivel mundial en las exportaciones de material bélico se limita a cerca del 1%.
Pero puede tener “consecuencias económicas” para el país, sostiene el gobierno, en particular para el “sistema de pensiones” ya que reducirá sus posibilidades de inversión.