El anuncio de que Toyota, la empresa más valiosa de Japón y un patrocinador de los Juegos Olímpicos a nivel mundial, retiraría publicidad relacionada con la justa deportiva durante el evento fue un indicador sobre el gris estado de ánimo en el país asiático.

Los Juegos arrancan el viernes en Tokio tras un año de retraso por la pandemia y aunque se esperaba que a estas alturas su propagación estuviera controlada, la situación sigue siendo complicada en Japón, de acuerdo con The Wall Street Journal.

El país se encuentra en estado de emergencia por un brote de COVID-19  e incluso en la Villa Olímpica se han informado infecciones entre casi todos los grupos de personas involucradas en el evento, desde atletas hasta entrenadores y funcionarios del Comité Olímpico Internacional.

Con ello, la anticipación y las expectativas de una ganancia económica prácticamente se evaporaron.

La emergencia sanitaria provocó que los organizadores prohibieran el acceso de espectadores a estadios y arenas cuya construcción o renovación costó 7,000 millones de dólares (mdd).

Pese a la falta de asistencia presencial, el primer ministro, Yoshihide Suga, considera que el país aún se beneficiará de una enorme audiencia televisiva mundial.

Pero el diario apunta que pocos japoneses presenciarán o verán algún beneficio económico.

En el sector turístico, KNT-CT Holdings, que opera una de las agencias de viajes más grandes de Japón, había comercializado paquetes de viaje para los Juegos Olímpicos. 

Mientras Yoshiko Tobe contó al diario que gastó más de un millón de dólares para completar una renovación de su posada cercana a Tokio en 2019.

Expectativas

El escenario que enfrenta Tokio es muy diferente al que vislumbraba cuando comenzó su búsqueda por convertirse en una sede olímpica hace casi una década.

Organizadores locales estimaban entonces una avalancha de visitantes a Japón que dejaría una derrama de casi 2,000 millones de dólares en comidas, transporte, hoteles y souvenirs.

Incluso en 2019 todo apuntaba a un éxito, con la mayoría de las sedes de los Juegos terminadas antes de lo previsto y una alta demanda de entradas.

Aunque como ocurre con casi todos los Juegos Olímpicos, el presupuesto para los Juegos de Tokio se disparó desde las proyecciones iniciales de 7,400 millones de dólares. Hoy el presupuesto oficial es de 15,400 mdd, aunque los auditores del gobierno japonés han dicho que el gasto total supera los 20,000 mdd.

El WSJ apunta que incluso las peores estimaciones de pérdidas de los Juegos son menos de un punto porcentual del tamaño de la economía de Japón. 

Takahide Kiuchi, economista del Instituto de Investigación Nomura, dijo al diario que la nación aún puede beneficiarse de espectadores en el extranjero que decidan visitar al país tras la pandemia, por lo que las inversiones del sector restaurantero y hotelero no fueron del todo en vano.

Por ahora, el riesgo que pesa sobre Japón es el que ha provocado malestar entre sus habitantes: la posible superpropagación de COVID-19 que haga aún más largo (y costoso) el camino hacia la recuperación.