Las mayores importaciones de gasolina y la debilidad del peso mexicano frente al dólar, han pasado factura a Pemex. La balanza petrolera de México se ha deteriorado en los últimos meses y todo apunta que esta tendencia se mantendrá en el mediano plazo.

De enero a septiembre la balanza petrolera registró un déficit de 13,706 millones de dólares, de acuerdo con datos del Banco de México.

Por un lado, el aumento en los precios internacionales del crudo apuntaló el valor de las exportaciones de la Mezcla Mexicana que en los primeros ocho meses del año sumaron 20,331 millones de dólares, un alza de 51.71% frente a los 13,401 millones del mismo lapso del 2017.

No obstante, los precios del crudo y la depreciación del peso mexicano también fueron un factor en contra para la balanza debido a las crecientes importaciones de gasolina, diésel y otros petrolíferos que compra México.

En los primeros ocho meses de año, Pemex importó 957,313 barriles diarios por un monto de 22,117 millones de dólares, frente a los 894,252 barriles diarios y 16,578 millones del mismo lapso del 2017.

“Es urgente invertir en una nueva refinería que inicie operaciones antes del 2023 y evaluar las actuales con el objetivo de cubrir la demanda de combustibles (…) Apoyar a la inversión privada en refinerías en México, que podrían ayudar al país instalando varias de capacidades que puedan fluctuar entre 20,000 a 60,000 barriles diarios en zonas estratégicas”, comentó Ramsés Pech, consultor de Caraiva y Asociados.

El saldo negativo en el tema petrolero también contribuyó a que la balanza comercial del país fuera negativa en 10,223 millones de dólares de enero a septiembre.

En medio de este escenario, la petrolera importará 1.4 millones de barriles de petróleo ligero para acelerar la producción de gasolinas y diésel.

Más presiones

La agencia calificadora Fitch recortó a mediados de octubre la perspectiva de la calificación de Pemex a ‘negativa’ desde ‘estable’ debido al continuo deterioro del perfil crediticio de la empresa ante los altos niveles de transferencias al gobierno federal, aunado a que los cambios en la estrategia de negocios podría acelerar el debilitamiento de la estructura de capital.

El anuncio se dio un día después de que el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, dijo que en el mediano plazo y como parte del rescate a la industria petrolera, dejará de exportar petróleo crudo para concentrarse en actividades de refinación.

“Este año esperamos que (las importaciones) de combustibles fluctuarán entre los 27,000 a 30,000 millones ante la reducción de maquinación de hidrocarburos en las refinerías ante paros no programados y algunas todavía al mínimo de su capacidad. Esto ha llevado a un incremento en promedio anual de combustibles y ahora que en 2019 tenemos que tener el 100% de diésel del tipo UBA (Bajo Azufre) y las refinerías no están configuradas para producirlo”, dijo Pech.

Pero Pemex no solo enfrenta la presión de acelerar la producción tanto de crudo como de gasolinas y diésel, sino de mantener los niveles de exportación de la Mezcla Mexicana, la cual requiere de una mayor proporción de crudo ligero para mantener su atractivo.

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