El Presidente López Obrador dijo en la conferencia matutina del lunes que Pemex no ha incrementado su deuda, a pesar de que los propios reportes de la empresa muestran lo contrario.

La petrolera estatal no ha adquirido nuevos instrumentos de deuda, pero sus procesos de refinanciamiento han aumentado la deuda financiera neta total en casi 27%, lo que son malas noticias para su salud financiera y para las próximas administraciones.

“Son tecnicismos. El hecho de que tú estés refinanciando a una tasa más alta y por un mayor plazo, pero tus pagos sean más chicos en el corto plazo, en realidad desafía a la aritmética básica. En el corto plazo te da un poco de respiro, pero le estás pasando la bolita a futuras administraciones de Pemex”, señaló Adrián Calcaneo, director de Midstream y Líquidos de IHS Markit.

“No es como se debe manejar una empresa, pero en este caso se está haciendo basado en la postura política. En 10 años no sabemos quién será el presidente ni quién estará dirigiendo a Pemex y el enfoque es dar resultados inmediatos”.

Calcaneo destacó que esta postura es similar a la que se ha adoptado en exploración y producción, donde se están estimulando campos para producir barriles hoy, sacrificando la producción futura.

Paul Sánchez, analista de la industria, señaló que estas acciones también tienen un impacto en la posibilidad futura de pagar la deuda, dado que se están reduciendo las reservas de crudo que podrían ser utilizadas para garantizar préstamos.

“El gobierno va a hablar de que el tipo de cambio tiene un efecto sobre el crecimiento de la deuda, pero este es sólo del 15% de incremento anual trimestre a trimestre. Quitando esto, la deuda creció 10% en dólares, y 90% de este crecimiento siguen siendo intereses de la deuda de largo plazo”, destacó Sánchez.

Pemex presumió este martes que el 19 de noviembre había realizado una operación de monetización de títulos que asciende a 95.6 millones de pesos, y aseguró que la totalidad de los recursos obtenidos se destinará a cubrir pasivos financieros de corto plazo.

Se trata de una colaboración conjunta entre la Secretaría de Hacienda y Pemex, que tuvo su origen en la crisis provocada por la pandemia de COVID-19, que la empresa aseguró no incrementa su deuda pública más allá del techo aprobado por el Congreso Federal.

Calcaneo advirtió que los bonos de Pemex ya no son representativos de lo que está pasando al interior de la empresa, debido al respaldo del gobierno Federal, y señaló que el apetito de los inversionistas por estos bonos está impulsado por las altas tasas de interés a las que se está financiando.

“El gobierno habla de que hay interés por prestarle a México, pero hay que considerar que se está pagando por ese riesgo porque tienes que salir a pagar una tasa de interés más alta de lo necesario”.

Esta alza, aunada a la baja en reservas, quiere decir que la única alternativa para garantizar el cumplimiento es el uso de bonos de gobierno, algo que Hacienda comenzó a hacer el .

“En el momento que el gobierno desconozca la deuda de Pemex, que lo puede hacer, se pueden ejecutar los activos extranjeros y nacionales, y eso es lo preocupante: que es una bomba de tiempo”, advirtió Sánchez.

Rosanety Barrios, analista del sector, no cree que exista un riesgo de que el gobierno desconozca la deuda, pues quemaría demasiado capital político dada la postura que este sexenio ha tenido en lo que atañe a Pemex.

“Pemex es el Titanic y si se hunde vamos todos. Ningún gobierno va a tener la postura de ‘dejar que esto quiebre y que vengan por los activos’. La calificación soberana puede sufrir porque las cosas están empeorando y es algo a lo que no le veo salida: Moody’s predecía que la calificación se podría sostener un año más, pero los cambios en Banxico también la van a afectar”, advirtió Barrios.