Más allá de petróleo y gas y ante la presión medioambiental sobre las industrias más contaminantes,  Rusia está apostando por un recurso todavía poco explotado: la madera de sus bosques que cubren gran parte del país.

En la región de Vologda, a 500 kilómetros al noreste de Moscú, densos bosques de abedules y pinos se extienden hasta donde alcanza la vista. Un fuerte olor a resina picante y madera aserrada inunda el aire. Aquí, el grupo Segezha tala árboles con maquinaria ultramoderna para transportarlos al aserradero.

Dmitri Rudenko cree que llegó el gran momento para la madera rusa. “Lo que estamos viviendo hoy es el auge de la construcción en madera. Es el futuro de Rusia, sin lugar a dudas”, afirmó en Moscú el vicepresidente de este grupo, en las instalaciones del holding Sistema, del que Segezha forma parte.

Una quinta parte de los bosques del mundo se encuentra en territorio ruso y una mayor explotación de este recurso reduciría la gran dependencia de los hidrocarburos.

En momentos en que el medio ambiente se convierte en una enorme y creciente preocupación para los inversores, la madera, mucho más ecológica que el hormigón, es un sector muy prometedor.

‘Gran porvenir’

Líder en embalajes de papel y diferentes tipos de madera para construcción, Segezha inauguró recientemente la primera fábrica rusa para la fabricación de paneles CLT (madera contralaminada), un material primordial para construir edificios de madera de gran altura.

El sector de la edificación de inmuebles colectivos de madera se está desarrollando en Europa, pero recién está dando sus primeros pasos en Rusia, donde los constructores esperan obtener los permisos de las autoridades en los próximos meses. 

A pesar de reconocer que continúa siendo un nicho de mercado, el grupo exporta a Alemania, Austria, Italia y Japón, a la espera de lanzarse al mercado local. 

Entretanto, el porcentaje de madera y derivados en las exportaciones rusas ha aumentado del 3% en 2019 a 3.7% en 2020.

(Foto: AFP)

“Los biomateriales, la madera incluida, tienen un gran porvenir. La demanda de los consumidores de productos ecológicos y naturales aumenta”, indica Marina Zotova, analista de la agencia especializada WhatWood. 

“La calidad de la madera rusa está al nivel de la finlandesa y norteamericana”, añade, elogiando la “impresionante belleza” de la textura de algunos árboles siberianos. 

“La industria de la madera rusa tiene muy buenas perspectivas, sobre todo en el mercado exterior. Pero para obtener una cuota de participación en las exportaciones comparable a los hidrocarburos son necesarias grandes inversiones”, enfatiza Andrei Frolov, vicepresidente de la Unión de Industriales Madereros rusos, algo que podría ocurrir en un horizonte de 10 a 15 años, según él.

Pero las autoridades proyectan a partir de 2022 prohibir la exportación en “bruto” de troncos de determinados árboles. El objetivo es abandonar la exportación de materias primas y transformar el material en territorio ruso para obtener mayor valor agregado en la exportación.

Renovación de bosques

En los bosques de Vologda, el administrador, Ilia Moskaliov, asegura que todos los árboles talados, de hasta 70 años, serán replantados.

“La madera es un material renovable si el bosque está bien gestionado. Se tala y después se replanta de nuevo, es una fuente inagotable”, confirma el responsable de la usina, Konstantin Pastujov.

Hubo avances desde los años 1990, cuando se talaron y exportaron grandes cantidades de árboles ilegalmente.

Actualmente, según Alexéi Iaroshenko, jefe del departamento forestal de Greenpeace, solo 3% de la madera se tala ilegalmente. 

No obstante, sostiene que la renovación de los bosques talados no está garantizada: “En teoría todo se restaura, pero no en la realidad”, lamenta, afirmando que “falta trazabilidad”. 

La ONG WWF pidió a las autoridades que brinden datos sobre los bosques rusos a la ciudadanía, con la finalidad de garantizar mayor transparencia.