Alfredo Coutiño*
El nuevo gobierno presentó su programa económico para 2019, en donde el marco macroéconomico se ve consistente y sin sorpresas. Si bien el programa económico manda una señal positiva, los mercados aún se mantendrán a la expectativa para ver si los dichos corresponden a los hechos.
Podría decirse que el programa económico no tuvo sorpresas, puesto que existía una mayor probabilidad de tener un marco consistente que al menos no generara una reacción negativa de los mercados. De hecho, a pesar de que al interior de las cifras fiscales se puede ver algunos rearreglos presupuestales, en general el programa es más una extensión de los precriterios del gobierno anterior.
El marco tanto en metas como supuestos es consistente y da la impresión de estar alineado. Sin embargo, como todo marco contable, los resultados dependen de los supuestos. Por lo que la consecución de las metas está sujeta a la materialización de las condiciones iniciales. Dentro de estas cifras destaca el estimado de crecimiento económico y de inflación.
Al respecto es necesario tener bien claro que la meta de crecimiento es solo el deseo económico del gobierno y para su consecución las autoridades deben enfocar la batería de políticas disponibles.
Si por factores internos o externos, el crecimiento resulta menor al esperado, entonces el marco macroeconómico se descuadra. Ante ello, el único control que tiene el gobierno es a través de una actuación responsable para ajustar lo que se tenga que ajustar, y con ello reducir el descuadre del marco contable.
Es importante tener presente que las metas son solo deseos y que la realidad siempre puede más que los buenos deseos. En este sentido, el gobierno tuvo que renunciar a sus dichos de crecimiento, ya que había preanunciado una tasa de 2.5% para 2019 y ahora la establece en 2% teniendo como rango 1.5% a 2.5%.
Pero este crecimiento está totalmente sujeto a muchas incertidumbres, de tal forma que ante la ausencia de un mecanismo de compensación estructural (regla fiscal estructural), el presupuesto continúa dependiendo altamente de los vaivenes del ciclo económico. Por lo que ante un menor crecimiento, el gobierno no tiene otra opción que recortar el gasto, si y solo si cumple su compromiso de no endeudar más al país.
Por el otro lado, la meta de inflación de 3.4% para diciembre de 2019 también se antoja optimista ante la continua realineación de precios que ha mostrado la economía y, sobre todo, ante la posibilidad de que el tipo de cambio sea aún más alto que el registrado en 2018. Para que la inflación baje de 4% en 2019 se necesitan dos cosas: una agresiva política de descuentos en precios y tarifas públicas o bien una recesión económica que deprima los precios. La probabilidad de cualquiera de estos dos eventos es menor a 50% por ahora.
Fuera de las cifras de crecimiento e inflación, el resto del marco se ve contablemente consistente y realista, por lo que la reacción de los mercados, más allá del muy corto plazo, será prácticamente nula, ya que el programa no representa una sorpresa: ni en términos de descuadre ni en materia de optimismo.
Sin embargo, los mercados se mantendrán a la expectativa y en espera de ver dos cosas. Primero, las medidas que se van a implementar para pretender alcanzar las metas planteadas. Segundo, la actuación del gobierno ante cambios en la realidad que impongan presiones y amenacen con la estabilidad macroeconómica en general.
Si el gobierno actúa oportunamente, con medidas consistentes y con responsabilidad para preservar la estabilidad, entonces los mercados estarán tranquilos. Por el contrario, si el gobierno actúa anteponiendo intereses partidistas y con sentido populista, entonces se pondrá en riesgo la estabilidad financiera y económica del país.
*Alfredo Coutiño es el director para América Latina de Moody’s Analytics desde 2005. Es un economista con más de 25 años de experiencia en analizar la realidad económica de México, Latinoamérica y los mercados emergentes.
Este texto es una columna de opinión. Su contenido es responsabilidad del autor y no representa necesariamente la postura de EL CEO.