Por María Fernanda Lara Olguín*

La inteligencia artificial (IA) está cada vez más presente en conversaciones entre familiares, colegas y amigos. Con el lanzamiento de ChatGPT este 2023, y la evidencia de todas las maravillas que puede realizar, han empezado a surgir cuestionamientos sobre si este tipo de inteligencia algún día llegará a sustituir a la humana. Más importante aún, la IA ha empezado a crear preocupación en la fuerza laboral actual sobre la posibilidad de que tecnologías impulsadas por ella remplacen a las personas en los trabajos, esto en medio del ya de por sí poco alentador porcentaje de empleabilidad a nivel mundial.

De acuerdo con el banco Goldman Sachs, en términos globales, el 18% de los puestos de trabajo que existen son susceptibles de ser sustituidos por completo por alguna IA en los próximos diez años. Este dato per se suena muy preocupante para todas las personas en edad laboral en el mundo. No es, sin embargo, la primera ocasión en que una tecnología relevante plantea un antes y después de esta naturaleza.

Por ejemplo, hacia 1983, la llegada de internet marcó un hito que cambió el comercio, la educación, la publicidad y distintos campos laborales y sociales, sin que necesariamente podamos vincular a ella ninguna tasa actual de desempleo.

Si bien es cierto que la tecnología, incluyendo la IA, se ha desarrollado de una manera muy acelerada en los últimos años, también lo es que, a la par con todas las innovaciones recientes, la sociedad ha ido avanzando y desarrollando nuevos intereses y necesidades.

De acuerdo con un estudio realizado por investigadores del MIT, el 60% de las y los trabajadores de Estado Unidos desempeña hoy día un oficio que no existía en 1940. Esto confirma que gracias a que las tecnologías emergentes se van adecuando y desarrollando con base en el contexto histórico, también nacen y evolucionan nuevas oportunidades laborales y necesidades de las personas.

Ahora bien, la revolución de la IA no es un acontecimiento aislado de la gran cantidad de plataformas que hoy día mejoran la eficiencia de equipos completos de trabajo en torno a procesos y áreas como marketing, tecnologías, finanzas y atención al cliente, entre otros.

Drotium, una empresa de inteligencia artificial, invertirá en Durango.
Fotoarte: Andrea Velázquez

Las personas estamos cambiando, y nuevas demandas obligan a innovaciones integrales. Un ejemplo claro se da en el caso de la transformación de las y los consumidores, que hoy han adquirido y ejercen nuevas maneras de comprar (tecnología mediante) sin descuidar sus finanzas, y de las y los trabajadores, que hoy cuestionan la constitución de los niveles jerárquicos, las jornadas laborales y la interacción en los equipos de trabajo (también tecnología mediante).

En el centro de todas estas modificaciones está, ya lo vemos, el factor humano, que sigue y seguirá siendo indispensable para marcas y empresas más allá de los desarrollos tecnológicos que involucren crecientemente IA.

¿Y cuál será la vinculación entre inteligencias humanas y artificiales en el futuro del trabajo? De acuerdo con un estudio de Harvard, los humanos son indispensables en cualquier industria ya que, de la mano con la IA, deben desempeñar tres roles cruciales en una empresa: Entrenar a las máquinas para realizar sus tareas, explicar los resultados de dichas tareas y mantener el uso responsable de las máquinas.

Esto nos muestra que la mejor manera de ver a las nuevas tecnologías es como herramientas colaborativas de la mano de obra. La suma de ambas, gestionadas de la mejor manera, se traduce en metas alcanzadas y objetivos cumplidos eficientemente de las distintas áreas organizacionales, en un esquema en que una, la artificial, es dependiente de la otra, la humana, sin que esto estimule el miedo o desincentive el uso, capacitación e interés por la primera, e incluso aceptando su conformación como una nueva rama en el campo laboral.

De acuerdo con un reporte realizado por el Foro Económico Mundial, mientras las máquinas con IA reemplazarán cerca de 85 millones de trabajos para 2025, para ese mismo año también se habrán creado otros 97 millones de empleos más gracias a dicha misma tecnología.

Lo importante es ver a la IA no como una amenaza en el campo laboral, sino como una oportunidad para transformar y evolucionar la manera en la que trabajamos.

*María Fernanda Lara Olguín es profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey, Campus Santa Fe.

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