Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo (BCE), asumió este viernes el mando del nuevo gobierno de Italia y presentó un gabinete en el que se mezclan tecnócratas sin afiliación y políticos de su amplia coalición.

El presidente Sergio Mattarella pidió a Draghi que fuera primer ministro después de que las disputas entre partidos hicieron caer la anterior administración, y le encomendó la tarea de hacer frente a la crisis sanitaria y a la crisis económica que golpea al país.

Tras una semana de consultas, casi todos los principales partidos de todo el espectro político han respaldado a Draghi, y éste ha nombrado a varias figuras destacadas de estos diversos grupos como ministros para consolidar su apoyo. 

Luigi Di Maio, líder del Movimiento 5 Estrellas, seguirá siendo ministro de Asuntos Exteriores, mientras que Giancarlo Giorgetti, una figura importante del partido Liga, será ministro de Industria.

Andrea Orlando, del Partido Democrático de centroizquierda, será ministro de Trabajo.

Sin embargo, algunos puestos clave han ido a parar a tecnócratas independientes, como Daniele Franco, director general del Banco de Italia, que ha sido nombrado ministro de Economía, y Roberto Cingolani, físico y experto en tecnologías de la información, que ha recibido el nuevo cargo de ministro de Transición Verde.

Sólo hay ocho mujeres en el gabinete de 23 miembros.

El nuevo equipo jurará su cargo este sábado, dando paso a los debates en ambas cámaras del Parlamento a principios de la semana que viene, donde Draghi presentará sus planes políticos y se enfrentará a los votos de confianza, una formalidad dado el apoyo de todos los partidos.

Draghi recibió un impulso el jueves, cuando el grupo más numeroso del Parlamento, el Movimiento 5 Estrellas, acordó apoyar al gobierno, lo que significa que tendrá una mayoría tan amplia que ningún partido podrá derribarlo.

Una de las razones por las que tantos partidos han unido sus fuerzas en la coalición de gobierno es que todos quieren tener voz en la forma en que Italia gasta los más de 200,000 millones de euros (242,560 millones de dólares) que va a recibir de un fondo de recuperación económica de la Unión Europea.

Los políticos con los que se reunió esta semana dijeron que se oponía a la austeridad fiscal, a pesar de la enorme y creciente deuda nacional, dada la importancia de proteger la cohesión social.

Salvador del euro, ¿salvador de Italia?

Draghi, que es economista, es considerado el salvador del euro en 2012 durante la crisis de la deuda, y ahora tiene la misión de rescatar a Italia, que tuvo una contracción de 8.9% el año pasado.

Actualmente, el país europeo tiene cerca de 2.7 millones de casos acumulados de COVID-19 y 93,000 fallecimientos, según cifras de la Universidad Johns Hopkins. 

En ocho años bajo la batuta de Draghi, el BCE tomó medidas que eran inimaginables cuando nació el euro hace 20 años: recortar los tipos de interés hasta llevarlos a territorio negativo, inyecciones de liquidez a través de compras masivas de activos en el mercado y préstamos gigantescos a los bancos. 

Mario Draghi sucedió en noviembre de 2011 al francés Jean-Claude Trichet a la cabeza del BCE, en una zona euro sacudida por la crisis de la deuda.

Desde mediados de 2012 tuvo que lidiar con un aumento en las tasas para préstamos de países con finanzas débiles, como Italia y Grecia, y con la amenaza de implosión del bloque monetario. 

Apodado “Súper Mario”, el banquero central improvisó entonces unas palabras durante un discurso en Londres. Dijo estar dispuesto a “lo que sea necesario” para apoyar a la zona euro. 

Esas palabras mágicas tranquilizaron a los mercados, espantaron a los especuladores y salvaron la moneda única.

Con información de Reuters y AFP