Faltan menos de seis meses para que Reino Unido abandone la Unión Europea (UE) y ante el fracaso de los negociadores antes de una cumbre de funcionarios de alto nivel que se realizará miércoles y jueves, se elevan los temores sobre el impacto que tendría un rompimiento sin acuerdo.

“Responsables como somos, debemos preparar a la UE para un escenario sin un acuerdo, algo que es más probable que nunca”, señaló este lunes el presidente del Consejo europeo, Donald Tusk, en su invitación a los dirigentes europeos, enviada este lunes de noche.

Tras decidirlo en un referéndum en 2016, Reino Unido debe abandonar la Unión Europea el próximo 29 de marzo y las negociaciones actuales buscan definir cómo será la relación futura entre ambos.

Los europeos querían un acuerdo con Reino Unido a más tardar a mediados de noviembre para dar tiempo a su ratificación por la Eurocámara y por el Parlamento británico, pero los negociadores siguen sin ponerse de acuerdo en cuestiones como la frontera en Irlanda y la futura relación.

Recesión a la vista

Un Brexit sin acuerdo podría provocar una recesión económica en Reino Unido en 2019, advirtió el director general del banco británico RBS, Ross McEwan, en una entrevista con la BBC.

“Anticipamos un crecimiento de entre 1% y 1,5% para el próximo año pero si obtenemos un mal Brexit este podría ser cero o negativo y eso afectaría a nuestra rentabilidad y a nuestros precios en bolsa”, afirmó.

RBS, uno de los mayores bancos del país, está controlado por el Estado británico, que posee una mayoría de su capital tras haberlo rescatado de la quiebra durante la crisis financiera de 2008.

La salida del mercado único europeo implica para los bancos establecidos en Reino Unidos la pérdida del pasaporte financiero europeo, que hasta ahora les permite proponer sus servicios en todo el bloque indiferentemente de donde se encuentre su sede.

Automotrices, en alerta

Entre los riesgos políticos internacionales para el sector automóvil, el primero es el Brexit, comentó Maxime Lemerle, experto del rubro industria para Euler Hermes.

“Reino Unido es un mercado importante y a la vez un importante centro de producción. En este mercado, con el 80% de vehículos importados, dos tercios son de la UE”, explica. En contrapartida, el 80% de la producción de Reino Unido es exportada, principalmente a Europa.

Cambiar la distribución de las cadenas de aprovisionamiento y de las fábricas significaría un enorme costo para los constructores internacionales, así como la pérdida de volúmenes de venta en caso de imponerse barreras arancelarias.

En Reino Unido, “se espera una caída de las ventas de 6% en 2018, y 3% el año próximo, en el escenario de un acuerdo de último momento, pero que se hará”, advierte Lemerle, puesto que de otra manera sería muchísimo peor.

Las inversiones en el sector automotriz de Reino Unido se retrajeron 50% en el primer semestre del año.

Por lo pronto, la BMW adelantó su periodo vacacional para que inicie a finales de marzo y reducir los impactos negativos ante una falta de acuerdo y Toyota advirtió que la planta británica de Burnaston vería afectada su producción temporalmente, aunque se negó a estimar si la interrupción sería por solo unas horas, días o meses.

Adiós libre circulación

Los ciudadanos de la Unión Europea pueden instalarse y trabajar libremente en Reino Unido en la actualidad, una situación que debería terminar tras el periodo de transición post-Brexit, en diciembre de 2020, si hay acuerdo, o tan rápido como marzo de 2019, si éste no se logra.

Al no tener acuerdo, los más de 3 millones de ciudadanos de la UE que vivan en Reino Unido se convertirían en extranjeros y estarían sometidos a leyes de inmigración, al igual que el millón de británicos viviendo en los países miembros.

La primera ministra británica, Theresa May, ya adelantó las nuevas normas en materia de inmigración en Reino Unido que entrarán en vigor tras el Brexit, para dar prioridad a los trabajadores cualificados y eliminar la libre circulación de ciudadanos europeos.

Según estas nuevas reglas, quienes deseen instalarse en Reino Unido deberán demostrar un cierto nivel de ingresos, para evitar que ocupen puestos “que podrían ser desempeñados” por la población británica.

“Será un sistema basado en las competencias de los trabajadores y no en sus orígenes”,  declaró la jefa de gobierno en un comunicado.

Aranceles a la vista

Sin un nuevo acuerdo comercial, se aplicarían las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que son sinónimo de barreras aduaneras y arancelarias.

Es decir, se le aplicarían tarifas a los bienes británicos enviados a la UE y viceversa, que podrían ser de 2 o 3% en productos industriales, pero podrían llegar a 10% en automóviles y entre 20 y 40% en productos agrícolas, estima la BBC.

Además, las empresas británicas perderían el derecho de las empresas británicas a vender sus productos en toda la región sin importar su país de origen y se verían en la necesidad de solicitar permisos de operación en cada nación.

La London School of Economics estima en un estudio que, en diez años, este escenario reduciría en un 40% el comercio del Reino Unido con la UE.

Una de las opciones posibles es que Reino Unido firme tratados comerciales individuales con cada país, pero dadas las dificultades a las que se han enfrentado las conversaciones actuales y el corto tiempo disponible, la concreción de estos acuerdos se ve complicada.

Agujero presupuestario

La Unión Europea podría enfrentarse a una falta importante de recursos sin un acuerdo con Reino Unido, pues actualmente éste contribuye con alrededor de 12% del total, según legisladores británicos.

Los miembros del parlamento británico consideran que, sin acuerdo, cesarán las obligaciones de Reino Unido para con la Unión Europea y serán los otros miembros quienes deban elevar sus contribuciones.

Aunque legalmente tiene sustento, esta argumentación pondría a Reino Unido en un claro enfrentamiento con los demás países, sumando dificultad a la posibilidad de lograr acuerdos bilaterales separados en materia comercial.

 

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