Por: Liz Cervantes y Carmen Luna

Una muestra de la desigualdad de México es el transporte público, el cual, se supone, debe garantizar la capacidad de las personas para acceder a las oportunidades que ofrecen las ciudades.

Además del acceso a oportunidades, los sistemas eficientes de movilidad son determinantes para facilitar la competitividad de una entidad, así como para fomentar las actividades económicas, ya que es por medio de dichos sistemas que las personas se trasladan para realizar sus actividades productivas diarias.

El transporte público colectivo debería ser el medio que desmercantilice la movilidad, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, pero en México está lejos de suceder, lo que ha dado espacio para que surjan nuevas opciones de transporte compartido, aunque privado, como Jetty, Urbvan y Bussi, que usan plataformas digitales para contactar a usuarios que vayan a centros de trabajo como Santa Fe.

La inseguridad y las unidades de transporte público viejas e incómodas han hecho que estas apps, que principalmente utilizan camionetas tipo van, en las que se reserva un lugar y un horario, encuentren un nicho importante de mercado. 

Adicionalmente se ha identificado en las ciudades mexicanas una predilección por la inversión en infraestructura para automóviles, dejando de lado mantener la calidad y suficiencia en los transportes públicos y compartidos, lo que promueve el uso de vehículos privados, lo que da como resultado mayores tiempos de traslado. 

Entre 1990 y 2017, el número de vehículos particulares en circulación creció en promedio 5.3%, mientras que la población solo incrementó 1.5%, de acuerdo con estimaciones del Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO).

Los largos trayectos son también más costosos, y en los hogares mexicanos, el gasto en transporte público es más elevado en los de menores ingresos. Por ejemplo, el primer decil, es decir, los hogares con ingresos más bajos, destina en promedio 15.5% de su ingreso en transporte, comparado con el último decil, que solo gasta 2.1%, según la última Encuesta de Ingreso Gasto de los Hogares de INEGI. 

Para una persona que vive en los municipios de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, como Coacalco o Ecatepec, un viaje de ida y vuelta a Santa Fe en transporte público representa un gasto de entre 42 y 82 pesos (si toma un taxi colectivo), en un trayecto que tomará, en el mejor de los casos, dos horas y media.

Mientras que un viaje en una van de una app implica un gasto por lo menos de 210 pesos de ida y vuelta, con poco menos de dos horas de viaje. 

Entonces, ¿las apps reducen la desigualdad o la evidencian más?

Las dos, pero el principal efecto es que reflejan la desigualdad en la distribución (del ingreso), más que tener un efecto notable sobre esta desigualdad,

dijo Rodolfo de la Torre director especialista en desarrollo social con equidad del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).

Onésimo Flores, fundador de Jetty, comentó que el precio es alto debido a los costos que refleja, como los sueldos de los choferes, capacitación, prestaciones y seguridad, mientras que el transporte público que ofrece directamente el gobierno de la Ciudad puede soportar una tarifa de cuatro o cinco pesos por los subsidios que recibe. 

En tanto, el transporte concesionado, como los microbuses, puede cobrar una tarifa de siete pesos porque han adaptado su negocio a funcionar sin subsidios, pero con una calidad muy baja. 

Para reducir el costo, se nos podría permitir operar con autobuses, era un experimento que estábamos haciendo con una empresa que trabaja autobuses en la supervía, y el (viaje) más barato era de 25 pesos. En Ecatepec estamos operando con un servicio de 15 pesos, pero porque hay un modelo de negocio que permite compensar eso

dijo Onésimo Flores, fundador de Jetty.

Mientras que otras aplicaciones han apostado por desarrollar convenios con empresas para que estas subsidien una  parte del viaje, y así tener una red de transporte que asegure eficiencia y comodidad.

Y aunque el precio del viaje puede no ser accesible para toda la gente, los subsidios de las empresas lo facilitan

dijo Joao Matos, cofundador de Urbvan.

Agregó que de los 7,000 usuarios diarios, al menos 40% accede al servicio por medio de convenios, aunque eso no les ha asegurado operar con normalidad.  

A inicios de febrero, los servicios que Jetty ofrecía junto con la empresa de autobuses SVBUS en las rutas Acoxpa-Santa Fe y Acoxpa-Auditorio, fueron suspendidos debido a operativos de la Secretaría de Movilidad, que argumentó que SVBUS incumplía con varias normativas

El gobierno puso a disposición autobuses concesionados Ecobús para cubrir estas rutas, pero usuarios reportaron que el cobro era de 20 pesos, frente a la tarifa promedio de 5 pesos.

Para De la Torre también es importante que el transporte privado pague los impuestos correspondientes y que en el mejor de los casos, esos recursos sean utilizados para mejorar el transporte colectivo, de tal manera que haya una buena redistribución. 

“Sí puede haber una política de redistribución que tenga en cuenta los distintos transportes públicos y por otro lado, en la medida en que se convierta en un lugar de encuentro de distintas clases sociales hay una menor distancia social, una mayor percepción de cómo vive el otro”, dijo De la Torre.

De lo anterior se desprende la necesidad de que la infraestructura para movilidad sea “segura, de calidad, accesible, asequible, sustentable, innovadora, conveniente y suficiente” para los habitantes, indica el Índice de Movilidad Urbana del Instituto Mexicano para la Competitividad.

El cofundador de Urbvan considera que los servicios que plataformas como la suya ofrecen aún son limitados sin embargo, necesarios porque “la ciudad crece muy rápido y está muy pensada en el carro y en los vehículos privados, pero hay que buscar sistemas complementarios que puedan mover más gente”.

En tanto, Onésimo Flores indica que tanto el gobierno como empresas como la suya deben encontrar maneras para aprovechar la tecnología, para reducir los costos de un servicio cómodo, seguro y confiable, “no es que las plataformas profundicen la desigualdad, las plataformas se pueden ocupar de muchísimas maneras”.

De lo anterior se desprende la necesidad de que la infraestructura para movilidad sea “segura, de calidad, accesible, asequible, sustentable, innovadora, conveniente y suficiente” para los habitantes, indica el Índice de Movilidad Urbana del Instituto Mexicano para la Competitividad.