Los microsismos, el aumento en su frecuencia y magnitud en la Ciudad de México (CDMX), podrían estar relacionados con la sobreexplotación de los recursos hídricos subterráneos y de la crisis de agua.

Así lo detalla el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Fernando González Villarreal, en el marco de la publicación del estudio Perspectivas del Agua en el Valle de México, Propuestas hacia la Seguridad Hídrica.

De acuerdo con el académico, la Ciudad de México enfrenta un desafío multifacético que vincula directamente la escasez de agua con un fenómeno geológico inquietante: la creciente frecuencia de microsismos.

Este vínculo, que puede parecer poco intuitivo a primera vista, es una manifestación clara de cómo la gestión de los recursos naturales y los cambios en el entorno geológico están profundamente interconectados.

A partir de la participación de 20 investigadores que participaron en la elaboración de este nuevo estudio hídrico publicado por la UNAM, González Villarreal explicó que han identificado que la extracción intensiva de agua subterránea puede provocar subsidencia del suelo, un fenómeno que puede desencadenar movimientos sísmicos de baja magnitud, conocidos como microsismos.

El corazón de esta relación radica en la extracción actual intensiva de agua de los mantos acuíferos subterráneos de la ciudad.

El estudio, que también fue desarrollado por el fondo Agua Capital, detalló que más del 60% del agua que se utiliza en la Ciudad de México se extrae de mantos acuíferos (el doble de lo que se recarga de manera natural).

Esta extracción genera un hundimiento del suelo en el orden de 10 a 40 centímetros anuales.

“En consecuencia, la compactación del suelo provoca la fractura de tuberías y fugas de agua potable, así como daños a monumentos y sistemas de transporte”, se lee en la publicación.

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Fotoarte: Cristian Laris.

¿Qué son los mantos acuíferos y por qué son importantes para el Valle de México?

Un manto acuífero, conocido también como acuífero, es una formación geológica subterránea capaz de almacenar, conducir y suministrar agua.

Estas formaciones son partes esenciales del ciclo hidrológico y juegan un rol crucial en el abastecimiento de agua dulce para diversos usos, incluyendo el consumo humano, la agricultura y la industria, se lee en el análisis.

La Ciudad de México se asienta sobre un valle que históricamente ha dependido de estos acuíferos para satisfacer sus necesidades hídricas. 

De hecho, el manto acuífero de todo el Valle de México cuenta con  más de 30,000 años de antigüedad. En total hay 14 acuíferos identificados en la zona, que en conjunto presentan una recarga de 2,289 millones de metros cúbicos al año frente a una disponibilidad media de 859 millones de metros cúbicos.

El manto acuífero emerge como la columna vertebral del sistema de abastecimiento de agua para la región, representando el 67% de la fuente principal de suministro.

La relevancia del manto acuífero se hace aún más evidente al contrastar su aporte con otras fuentes de agua. En segundo lugar, se encuentra el Sistema Cutzamala, que contribuye con un 28% del suministro.

Este sistema, compuesto por una serie de presas y plantas de tratamiento, canaliza agua a grandes distancias para satisfacer las necesidades de la población.

Aunque es un componente esencial en la infraestructura hídrica de la región, su capacidad para suplir las demandas se ve superada ampliamente por la del manto acuífero.

Por otro lado, manantiales y ríos aportan el 5% restante del abastecimiento.

¿Qué es un microsismo? ¿Han ido en aumento?

De acuerdo con el Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM, un microsismo  es un movimiento sísmico de muy baja magnitud, generalmente menor a 2.0 en la escala de Richter.

Específicamente, se trata de una fractura que ocurre en las capas internas de la tierra, próximas a la superficie terrestre.

A diferencia de los terremotos, que pueden causar daños significativos y ser percibidos fácilmente por las personas, los microsismos son tan leves que raramente son sentidos por el ser humano, aunque pueden ser registrados por sismógrafos.

De acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional, en 2021 en todo el país se registraron 601 microcosismos, para 2022 fueron 1,020; esto impulsado por la situación en el Valle de México.

 

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