AMLO se despide: Me voy muy satisfecho
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AMLO se despide: Me voy muy satisfecho

AMLO se despide: Me voy muy satisfecho

Son casi las 5:30 horas. Entre las calles de Moneda y Correo Mayor comienzan a reunirse periodistas y ciudadanos a la espera de la última de las más de 1,400 conferencias matutinas del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien pasará la batuta a su sucesora, Claudia Sheinbaum Pardo, este martes 1 de octubre.

Las multitudes se aglomeran en los alrededores de Palacio Nacional, en el corazón de la Ciudad de México. No es para menos, finaliza un sexenio que cambió, al menos ideológicamente, el rumbo por el que transitaba el país.

Los periodistas pasan, uno a uno, entre personas que a las afueras expresan su apoyo al primer mandatario de ‘izquierda’, al ya icónico grito de “es un honor estar con Obrador”. También hay quienes madrugaron para mostrar su rechazo al gobierno que acaba, marcado por la imperante violencia y la fallida estrategia para apuntalar el crecimiento de la economía.

Defensores y opositores de la “transformación” se confrontan, reflejo de la división social acentuada en el presente sexenio.

Pasadas las 7:00 horas, el presidente hace su última aparición en la palestra pública, en una conferencia que duró poco más de una hora y media, en la que firmó la controversial reforma a la Guardia Nacional y habló sobre los que considera son los principales logros de su administración.

“Me voy muy satisfecho”, sentenció López Obrador a escasas horas de pasar la banda presidencial a Sheinbaum, quien lo ha acompañado desde que fuera jefe de gobierno de la Ciudad de México.

¿Qué dijo AMLO en su última conferencia?

Primero como opositor y después como presidente, López Obrador sentó las bases de su forma de hacer política en una frase muy presente en el imaginario colectivo: “por el bien de todos, primero los pobres“. “Le dimos preferencia a los más necesitados”, asegura en su última conferencia.

“Como no se permitió la corrupción ni hubo lujos en el gobiernos, se pudieron mejorar las condiciones de vida de los mexicanos”, dice.

López Obrador, no obstante, reconoce que el golpe que asestó la pandemia de Covid-19 impidió que la economía creciera al ritmo esperado, y que su gobierno enfrentó dificultades en materia de seguridad, por decir lo menos, en el sexenio más violento en la historia de México.

Fiel a su costumbre, el todavía presidente de la República presumió como logros propios en materia económica la histórica apreciación del peso, la entrada de remesas al país y la creación de empleos formales.

AMLO también aseguró que durante su sexenio se redujo la pobreza, un dato que es avalado por el Coneval. Pero omitió decir que la pobreza extrema incrementó como consecuencia de la falta de atención a la población más vulnerable durante la pandemia.

No escatimó en mencionar dos de las políticas que marcaron su gobierno: el constante aumento al salario mínimo y el incremento de los ingresos tributarios derivado de una política fiscal más agresiva en contra de los grandes contribuyentes.

Nos ayudó que siempre aumentara la recaudación, sin la necesidad de aumentar impuestos, los precios de los combustibles, ni de endeudar al país

señaló.

No hacemos caso al extranjero: AMLO

También en el plano económico, López Obrador hizo mención de la entrada de Inversión Extranjera Directa (IED) al país y la consolidación de México como el principal socio comercial de Estados Unidos.

Pero al mismo tiempo, reafirmó que el ruido que en los últimos meses ha provocado el ‘Plan C’ le hace —como él suele decir— “lo que el viento a Juárez”, pese a que la relación diplomática con el país vecino pende de un hilo.

La reciente aprobación de la reforma al Poder Judicial, la firma de la reforma a la Guardia Nacional y otras iniciativas que están en el tintero, entre estas la desaparición de los organismos autónomos, han encendido las alertas de los inversionistas, calificadoras y representantes de la iniciativa privada.

“Ya no hacemos caso a las recomendaciones, a la recetas de los organismos internacionales”, dice AMLO.

Con el mismo desaire, afirma que “los expertos se equivocaron en sus pronósticos”. La sucesión previa al gobierno de López Obrador tuvo paralelismos con el inicio de la administración de Sheinbaum; en aquella ocasión, los empresarios reaccionaron negativamente a la cancelación del NAICM.

Posteriormente, con la pandemia, los economistas previeron una lenta recuperación, pronóstico que finalmente se cumplió. El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en el sexenio actual es el menor desde Miguel de la Madrid, aunque el presidente tenga otros datos.

Una transición “histórica”

Al ritmo del son jarocho, y entre lágrimas que apenas se asoman, AMLO se despide de todos los presentes, con quienes incluso compartió el desayuno, antes de ceder la presidencia a Claudia Sheinbaum.

“Es difícil que se encuentre en la historia una transición como la que estamos viviendo”, señala el mandatario.

A Sheinbaum, quien siempre lo acompañó desde su paso por el PRD, la califica como una mujer “humanista, humilde, llena de amor y buenos sentimientos”.

López Obrador confía en que Sheinbaum encauzará el proyecto que él comenzó hace más de cuatro décadas en Tabasco, de donde es originario. Habló de continuar con el apoyo a los más vulnerables y mantener la política de austeridad en todos los niveles de gobierno.

Entre sus últimas palabras, AMLO suelta una frase que resume su visión de país. Así, entre los aplausos y reclamos, y con claroscuros que definieron su administración, finaliza el sexenio de la figura más relevante en la escena política nacional de las últimas décadas.

“La felicidad no es acumular riqueza, fama, títulos. La felicidad es estar bien con uno mismo y con el prójimo”, sentencia el presidente.

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