Petróleos Mexicanos (Pemex) se ha negado a desinvertir en sus instalaciones de refinación y en apostar en energías menos contaminantes que los hidrocarburos tradicionales. Sin embargo, la empresa tiene la posibilidad de utilizar algunos de estos complejos para procesar hidrógeno azul, lo que le permitiría diversificar los mercados en los que tiene presencia y  con ello mejorar así su posición financiera.

Todas las plantas de petroquímica tienen el potencial de procesar esto y abonar a la transición. En términos de sustentabilidad no es lo idóneo, pero avanzar en este aspecto sería un paso gigantesco para la empresa, dijo Santiago Arroyo, analista del sector.

 

El hidrógeno azul se extrae por medios que no son 100% amigables con el medio ambiente y requieren gas, pero Pemex tiene ese potencial sobre todo en el área de Pemex Gas y Petroquímica Básica

 

 

Si la empresa se decidiera a dar este paso, podría exportar el hidrógeno a mercados extranjeros, o incluso proveer a empresas privadas o a la propia Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Se trata de áreas de negocio que deben ser aprobadas por el Consejo de Administración de Pemex, que no ha mostrado tener una visión de largo plazo que incluya la diversificación del modelo de negocios de la petrolera.

Las condiciones financieras de la compañía tampoco facilitan realizar este tipo de inversiones, pero Arroyo consideró que adquirir deuda con este propósito tendría más sentido que seguir realizando inversiones como la de Deer Park.

“Habría que revisar las características del proyecto, pero es una opción, y cualquier cosa que haga virar un poco el plan de Pemex es aceptable. La gran pregunta es por qué no apuntar al hidrógeno verde”, destacó Víctor Ramírez, analista del sector y vocero de la Plataforma México Clima y Energía.

 

 

Complicado transitar a energías más limpias

Ramírez señaló que el hidrógeno azul tiene sentido como un primer proyecto para la petrolera porque tiene como base el gas natural, pero recordó que la tendencia a futuro siempre será encontrar alternativas más limpias, y dijo que “esto dependerá más del desarrollo tecnológico que de la buena intención que tenga cualquiera”.

La alternativa también presenta retos de infraestructura. Madero y Salina Cruz son las instalaciones con mejores condiciones para ser convertidas, debido a que están cerca de la costa y proveen agua para el proceso de hidrólisis.

Actualmente, Madero produce 50% de combustóleo y 50% de gasolina y diésel por cada barril de crudo procesado.

Las otras instalaciones, en caso de ser convertida, pueden comenzar con el procesamiento de hidrógeno azul mientras se establecen las condiciones de transporte y almacenamiento necesarias. La infraestructura actual es aprovechable, pero tendrían que realizarse reforzamientos para ser utilizada de forma ideal, dado que el hidrógeno genera mayor presión sobre las líneas.

Una alianza con CFE también requiere de modificaciones a ciertas instalaciones de generación. Todos estos cambios de infraestructura significan que durante este sexenio no se podría echar a andar un proyecto de esta naturaleza, sino que apenas se podrían poner las primeras piedras para un plan de largo plazo.

 

Se va a llevar algunos años. No creo que este sexenio veamos algo muy avanzado, tal vez algunos proyectos aislados, pero habrá que ir desarrollando, porque por algo se empieza

instó Ramírez.