China lanzó este viernes el mayor mercado de carbono del mundo para ayudar a reducir sus emisiones, pero los observadores son escépticos sobre el impacto del nuevo sistema.

El gigante asiático es el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo y también el mayor inversionista en nuevas energías. Pekín ha prometido ser neutro en carbono para 2060.

Esto es lo que hay que saber sobre este nuevo sistema.

¿Cómo funciona?

El sistema pone precio a las emisiones de carbono.

Permite que las autoridades provinciales fijen por primera vez cuotas para las centrales térmicas y que las empresas compren derechos de contaminación a otras con menor huella de carbono.

En su primera fase, sin embargo, el sistema solo abarca el sector eléctrico: implica a 2,225 productores de todo el país, responsables del 30% de las emisiones totales de China.

Las fábricas de cemento y algunos productores de aluminio podrían añadirse a la lista el año que viene.

En la práctica, las autoridades expiden un certificado por cada tonelada de dióxido de carbono (u otros gases de efecto invernadero) que una empresa está autorizada a emitir.

Si no cumple, deberá pagar multas.

“Las empresas pueden reducir sus emisiones o pagar por contaminar. Pero esto se encarecerá con el tiempo, ya que los gobiernos concederán menos permisos de contaminación”, señala Zhang Jianyu, vicepresidente para China del grupo medioambiental estadounidense Environmental Defense Fund.

En aras de la transparencia, las empresas tendrán que hacer públicos sus datos de contaminación y hacerlos verificar por terceros.

Los controles sorpresa del Ministerio de Medio Ambiente el mes pasado ya revelaron que una de cada tres empresas emitía más CO2 del que declaraba.

Para algunos analistas, las multas por incumplimiento no son lo suficientemente disuasorias.

¿Reducirá las emisiones?

No tanto ni tan rápido como se esperaba.

El plan original era cubrir el 70-80% de las emisiones de China, así como los grandes contaminantes de otros siete sectores, entre ellos la aviación, el acero y la petroquímica. Pero no es el caso por el momento.

Además los permisos de contaminación se distribuyen gratuitamente en lugar de subastarse. El resultado es que hay menos incentivos para que las empresas reduzcan sus emisiones rápidamente.

Se prevé que el precio del carbono sea muy bajo con el sistema chino (unos 6 dólares por tonelada), frente a los 36 dólares de la UE y los 17 de California del año pasado.

Unas cantidades “no son suficientes para disuadir a las empresas de ser más ecológicas”, afirma Li Shuo, de Greenpeace China.

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Según los economistas Nicholas Stern y Joseph Stiglitz, el precio de la tonelada de carbono tendrá que ser de entre 50 y 100 dólares en todo el mundo en 2030 para limitar el aumento de la temperatura a +2ºC.

¿Cómo se fijan los límites de emisión?

El Ministerio de Medio Ambiente alienta a las empresas a reducir su intensidad de carbono —la cantidad de contaminación producida por unidad de PIB—, pero no sus emisiones totales de gases de efecto invernadero.

Se trata de una “diferencia sutil pero importante”, según Lauri Myllyvirta, del Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA), que cree que la medida podría tener el efecto perverso de hacer más atractivas económicamente las nuevas centrales de carbón.

Los expertos también esperan que el poderoso grupo de presión del carbón presione para obtener cuotas confortables, y por tanto un precio del carbono favorable.

China depende del carbón para el 60% de sus necesidades energéticas y, desde 2011, ha quemado más carbón cada año que el resto del mundo junto, según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington.

¿Y ahora?

Se está preparando una nueva ley sobre el cambio climático que podría subsanar algunas de las deficiencias del sistema actual, según los ecologistas, que esperan que el mercado del carbono abarque más industrias en el futuro, con sanciones más duras.

El presidente Xi Jinping fue elogiado a finales de 2020 cuando anunció que su país empezaría a reducir sus emisiones contaminantes para 2030 y lograría la neutralidad del carbono (absorber tanto como emite) para 2060.

Pero en su forma actual, “el mercado del carbono no va a desempeñar un papel importante en la consecución de estos objetivos”, advierte Myllyvirta, y pide a Pekín que de “más fuerza” a su sistema de intercambios.