El desempleo en México continuó trazando una tendencia de desaceleración durante el primer trimestre del año.
Si bien este indicador llegó a su menor nivel en los últimos dos años, todavía se encuentra por arriba de los niveles prepandemia.
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De acuerdo con datos desestacionalizados del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la tasa de desocupación en el país llegó a 3.56% de la población económicamente activa (PEA) al cierre de los primeros tres meses del 2022.
El resultado de 3.56% significó la menor tasa desde el primer trimestre del 2020 (3.53%), antes de que comenzara el periodo de confinamiento total y paro de actividades no esenciales por la presencia del COVID-19.
Estrategia nacional
La tendencia de desaceleración de la desocupación en territorio nacional comenzó en el último tramo del 2020, a la par del inicio del proceso de reactivación económica.
La estrategia de México para recuperar los empleos perdidos consistió en proteger, a través de los Programas del Bienestar, de microcréditos y de la garantía de empleo, a 70% de los hogares en el país, iniciando de abajo hacia arriba.
Además, su suma el proceso de vacunación, el Programa Piloto de las Trabajadoras del Hogar, la recuperación del salario mínimo y la reforma del outsourcing que impulsó el rubro de trabajadores permanentes.
La brecha
Por género, la tasa de desempleo fue mayor en mujeres, con 3.60% de la PEA al cierre del primer trimestre, contra 3.55% en hombres.
En ambos casos, fueron los menores indicadores en los últimos dos años.
Aunque destaca la dinámica en mujeres, ya que en relación al último trimestre del 2021, presentó una mayor reducción (0.28 puntos porcentuales contra 0.15 en hombres).
La informalidad
En tanto, la informalidad del país muestra lecturas distintas. La tasa ascendió a 55.25% de los ocupados al término de marzo pasado, que representó el indicador más bajo en un año.
Sin embargo, en su comparativo con igual lapso del 2021, aún se ubicó por encima (55.06%).
Esta tasa se refiere a la suma, sin duplicar, de los ocupados que son vulnerables por la naturaleza de la unidad económica para la que trabajan, más aquellos cuyo vínculo laboral no es reconocido por su fuente de trabajo.
Así, se incluye, además de micronegocios no registrados, a otras modalidades como ocupados en la agricultura de subsistencia y trabajadores que laboran sin seguridad social, cuyos servicios son utilizados por unidades económicas registradas.