El 2018 fue el año más difícil de Facebook. Hackeos, intervención de algunos gobiernos y sucesos discriminatorios ensuciaron su panorama anual.

Y las preguntas que los inversionistas de la empresa y miembros de la junta directiva seguramente se han hecho tienen que ver con quién podría determinar si Mark Zuckerberg hizo un mal trabajo durante el año y si debería de estar alejado de la dirección de la compañía.

Lo cierto es que ambas son respondidas por una única persona: el mismísimo Zuckerberg.

Desde hace algunos años, las empresas de tecnología han seguido un patrón al implementar un sistema que convierte a sus directivos en entes casi incapaces de fallar o de reconocer sus errores.

Es el caso de Facebook y Zuckerberg, quien utiliza un esquema accionario que le permite ser intocable al momento de reflexionar una acción de este tipo. Incluso pareciera que la utiliza él y otros empresarios de tecnología para evitar ser removidos en el futuro.

En octubre, diversos inversionistas de alto perfil de Facebook cuestionaron el rol que Zuckerberg posee como presidente de la red social.

Un presidente de la junta independiente es esencial para sacar a Facebook de este lío y para restablecer la confianza con los estadounidenses e inversionistas por igual

se lee en el documento.

La propuesta se someterá a votación en la reunión anual de accionistas en mayo de 2019. Lo cierto es que la decisión de si es removido o no, al final dependerá del mismo Zuckerberg.

¿Estructura a modo?

La estructura accionaria dentro de Facebook le da a Zuckerberg un poder sobre la compañía que ningún otro inversionista o miembro de la junta tiene.

Si bien el empresario de 34 años cuenta con apenas el 13% de participación de la red social, su posesión de acciones clase B es de 393 millones de títulos, según un documento entregado a las autoridades financieras en Estados Unidos, en abril.

Estas representan 10 votos por cada acción, mientras que las tipo A representan sólo un voto.

Si se hace la multiplicación, Zuckerberg posee en total 3,930 millones de votos o en otras palabras, la propuesta de ser removido como presidente o incluso como CEO será un acto meramente protocolario, porque la última palabra la tiene él.

 Este tipo de estructuras sirve para crear súper minorías. Con el 10% de la empresa, controla el 80% del poder del voto. Son votos preferentes que se quedan ciertas personas de la sociedad para no perder el control

explica Juan Luis Hernández Conde, socio fundador del despacho Novus Concilium, especializado en atender a empresas de tecnología.

Al igual que Facebook, así se encuentra la estructura de Alphabet, matriz de Google. Si hoy la junta del Consejo quisiera remover a Sergey Brin o Larry Page, sería el mismo caso.

De acuerdo con la forma correspondiente al año fiscal 2017 de Alphabet, cada una de las acciones clase B de la tecnológica representan 10 votos. Hasta diciembre de 2017, Brin y Page poseían 92.7% de éstas, lo que representa aproximadamente 56.7% del poder de voto.

“Por lo tanto, Page y Brin tienen una influencia significativa sobre la administración y los asuntos. Así como sobre todos los asuntos que requieren la aprobación de los accionistas, incluida la elección de directores y transacciones corporativas importantes, como una fusión u otra venta de nuestra empresa o nuestros activos en el futuro”, precisa el informe.

Para Hernández Conde, ante cualquier situación, lo más seguro es que ese poder de las súper minorías dentro de las tecnológicas las apliquen para ratificarse, al menos que los ejecutivos decidan retirarse de las empresas.

“Si el propio fundador controla las acciones, existe la oportunidad de que nadie los vaya a remover como presidentes o miembros del Consejo”, refirió el abogado.

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