“¡Uno, dos, vendido a la paleta…!”
El sábado comenzó la subasta de vehículos presidenciales organizada por el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE) en la Base aérea 1 de Santa Lucía, al nororiente del Estado de México.
El primer día del evento, propuesto por el mandatario Andrés Manuel López Obrador para vender los vehículos que en su mayoría pertenecieron a la oficina de Presidencia durante la administración de su antecesor, de Enrique Peña Nieto, comenzó a las 12:00 horas y tuvo una afluencia de más de 300 posibles compradores, según los organizadores.
Alrededor del patio donde se instaló la subasta lucieron las camionetas, autos y motocicletas -lotes- que esperaban terminar el día con nuevo dueño. Chevrolet, BMW, Harley Davidson eran las marcas de los automotores que generaron mayores ofertas.
Pero además del ‘tianguis’ automotriz, que en su primera etapa ofreció 111 elementos, los asistentes no olvidan que a 38.7 kilómetros del centro de la Ciudad de México se construirá el nuevo aeropuerto con el que el gobierno de López Obrador promete desahogar aéreo que asfixia al Valle de México.
“Está bonito el lugar y se ve tranquilo. No he visto ningún avión en el cielo, pero no sé si esta sea la mejor opción para un aeropuerto que será tan transitado”, comenta Felipe, un señor de 75 años de edad que acompañó a sus hijos a la subasta y que vive la zona del Pedregal, al sur de la capital mexicana.
Ubicación que deja dudas
Para llegar a Santa Lucía desde la Ciudad de México hay varias opciones. La más eficiente es utilizar la autopista México – Pachuca, dice José Luis, un conductor de Uber que ha completado viajes a lugares cercanos, como Tizayuca. Utilizar esa vía tiene un costo de 54 pesos para los coches de dos ejes, el cual se debe pagar para cruzar la caseta 21 Ojo de agua.
La segunda opción es utilizar la carretera federal hacia la capital hidalguense, pero por esa vía, el trayecto se alarga “30 o hasta 40 minutos”, comenta el chofer de 52 años de edad.
“No sé si nos están viendo la cara (con el nuevo aeropuerto), pero yo no creo que estas avenidas estén hechas para soportar el tráfico de un aeropuerto”, agrega mientras transita sobre la calle Camino a San Jerónimo, la cual desemboca directamente en las instalaciones de Santa Lucía.
El plan maestro del proyecto Nuevo Aeropuerto Internacional de Santa Lucía, publicado por el equipo de López Obrador en agosto de 2018 contempla extender el Viaducto Bicentenario mexiquense – cuyo uso también es de paga – hasta la nueva terminal aérea, con una inversión de 3,113 millones de pesos (mdp).
Además, el proyecto diseñado por Grupo Rioboó incluye la construcción de un tren rápido y una red de camiones que conectarían al aeropuerto con la zona oriente de la Ciudad de México con una inversión total de 64,177 mdp.
Sin embargo, el proyecto que sustituyó al Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) ubicado en Texcoco, para algunas de las personas que se registraron para comprar alguno de los vehículos subastados, la ubicación de la base construida en 1978 por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) está alejada de la zona poniente de la capital y sus lugares aledaños.
“No me imagino cómo se está planeando que funcione el sistema de aeropuertos, pero definitivamente será muy complicado desplazarte desde Toluca si tu vuelo sale de aquí. Espero que tengan un buen plan para resolverlo”, dice Miguel, un agricultor que vive en Ecatepec y que fue a la subasta en busca del tractor marca New Holland modelo 2003, cuyo precio de salida fue de 137,000 pesos.
Tranquilidad en juego
“El siguiente lote a subastar es el número 71 y se trata de una camioneta marca Chevrolet Suburban modelo 2013. Los vehículos se entregan sin logos, sin torretas, sin estructuras y sin topes. Su precio de salida es de 173,700 pesos. ¿Quién da más?”, pregona la subastadora tras dos horas de ofertas que culminaron en ventas y en algunos resultados desiertos.
Detrás de la fila donde estaba la camioneta negra que ofrece la subastadora, descansa un imponente avión militar color verde olivo de hélices, como una especie de guardia silencioso que vigila el caminar de los visitantes que solo acudieron a la ceremonia por curiosidad.
Una de las preguntas que saltan entre los participantes: ¿esas naves están ahí siempre o los colocaron con un propósito específico? Un militar asegura “a veces están ahí, cuando les dan mantenimiento, pero hoy los sacan de adorno o para que la gente no pierda de vista que están en un aeropuerto”.
Alrededor de la sede de la subasta, algunas personas aprovecharon para promocionar la venta de los desarrollos en los sitios aledaños. Folletos ofreciendo casas en Tizayuca fueron los que más se repartieron. Aunque no hacen mención del futuro aeropuerto, las promotoras de la firma no descartan que en algún momento ese pueda ser un ‘gancho’ para la venta de casas en la zona, aunque calculan que puede convertirse en una desventaja.
“A algunas personas les preocupa el ruido de los aviones, aunque a otros tal vez les convenga por los negocios que se pueden generar alrededor. Yo vivo a unas cuadras de aquí, y ya estoy pensando en mudarme porque me gusta la tranquilidad, pero antes tengo que buscar en dónde no hay posibilidad de un nuevo aeropuerto” confiesa Ana Jesús, una promotora de Casas Ara.