Empecemos por lo más importante, una de mis fuentes dentro del Banco del Bienestar me confirmó que el gobierno de los Estados Unidos no los está investigando por lavado de dinero; así de sencillo. Luego entonces, los artículos y las opiniones que inundaron las redes sociales afirmando que esto era lo que había motivado a Wells Fargo para dejar de realizar operaciones de envío de remesas con el Banco del Bienestar resultaron ser, por decir lo menos, inexactas.

¿Qué fue lo que ocurrió?

Algo en realidad bastante sencillo y comprobable, conforme a los estatutos del Banco del Bienestar y ya que se encuentra prohibida la duplicidad de funciones en la Administración Pública Federal, esto conforme en el artículo 13 de la Ley Federal de Austeridad Republicana, el Gobierno Federal retiró a este banco del sector de las remesas lo cual puede cotejarse contra la publicación del Diario Oficial de la Federación del 21 de octubre de 2022

En tal orden de ideas, tampoco resultó ser cierto que Wells Fargo realizó el temible proceso de de-risking en contra del banco, lo cual también es una buena noticia. No me quiero ni imaginar el impacto que podría haber generado el que uno de los principales bancos de los Estados Unidos y, probablemente el mayor transmisor de dinero, hubiese decidido que el riesgo por operar con el Banco del Bienestar era demasiado alto para ellos por tener controles antilavado débiles o por ser, de plano, un vehículo de la delincuencia organizada para enviar dinero a México.

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La mera posibilidad de sugerir que el Banco del Bienestar, el principal dispersor de recursos de programas sociales del gobierno federal de México, está siendo usado para lavar dinero, nos debería preocupar tanto como cuando se sugirió que el Banco de México captara los dólares excedentes que cierta institución financiera no pudo reenviar a los Estados Unidos por carecer en aquellos momentos de un banco corresponsal, tal y como lo planteé en su momento en El CEO (Las horas más obscuras de Banco de México). Imaginemos el impacto que traería el que los cárteles estuviesen utilizando al banco diseñado para promover y facilitar el ahorro, al banco encargado de impulsar la inclusión financiera, el banco que tiene como clientes principales a los menos favorecidos, al banco que opera la “L@Red de la Gente”; la mera posibilidad de que “el banco de los mexicanos”, ideado (e idealizado) por el Presidente López Obrador, esté bajo ataque debería ser una preocupación de seguridad nacional.

Afortunadamente, ni los norteamericanos están investigando al Banco del Bienestar, ni Wells Fargo cortó relaciones con ellos (con nosotros, para efectos prácticos) y, por lo tanto, creo que le debemos una disculpa.

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Las remesas y la delincuencia organizada

Sin embargo, bajo ninguna circunstancia esta disculpa elimina el grave problema que estamos viviendo en México por la sospecha de que el aumento casi exponencial en las remesas se encuentra vinculado a la delincuencia organizada tal y como también se señaló aquí en su momento. Tras haber publicado mi crítica a los elogios emitidos por el presidente López Obrador por el aumento de las remesas sin haber realizado un análisis de riesgos elemental (Las remesas, los cárteles y el Presidente), uno de mis clientes del sector financiero me escribió para confirmarme que las investigaciones realizadas por el área de inteligencia estratégica de su banco apuntaban a que el reportaje publicado por el Sol de México estaba apegado a la realidad y que, para efectos prácticos, el sector de las remesas estaba siendo utilizado por los cárteles.

Aunque el Banco del Bienestar pudo librar este escándalo con relativa facilidad, necesitamos señalar que los cárteles están usando a los centros transmisores de dinero a la vista de todos mientras que Pablo Gómez, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera dedica su tiempo a amenazar al todavía presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova, y que Jesús de la Fuente Rodríguez, Presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores… esté haciendo lo que sea que esté haciendo.     

Ya va siendo hora de hablar sobre el elefante que sigue sentado cómodamente en la sala antes de que en Estados Unidos logren aterrizar las propuestas para equiparar a nuestros cárteles como organizaciones terroristas y se nos venga la noche encima, o  por lo menos, a quien tendrá de hacerse cargo del desastre que dejará Andrés Manuel López Obrador.

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