En días recientes, en el marco del Foro Económico Mundial de Davos 2024 más de 250 multimillonarios y millonarios rubricaron una carta abierta titulada “Proud to Pay More” en la que instan a los líderes políticos a que graven más a los popularmente conocidos como ‘ultrarricos’ para combatir la desigualdad. De carácter anecdótico, ningún mexicano aparece en la lista de firmas.

No es un llamado nuevo. Este tipo de declaraciones se han hecho populares en los últimos años.

Cuando los economistas pensamos en impuestos, la mayoría tomamos en cuenta por lo menos dos factores: eficiencia y equidad.

Los impuestos distorsionan los precios de mercado. Si subes los impuestos y esto provoca que gente productiva se vaya a otro país, inversiones desaparezcan y genere problemas económicos, se concluye que la política no es eficiente.

Sin embargo, aunque no sea eficiente, se realizan acciones porque son equitativas. Así, la gente de mayores ingresos tiene que pagar más impuestos que la gente pobre o de menores ingresos para que todos seamos un poco más iguales (disminuir la desigualdad).

Tasa de impuestos objetivo

Lo que no está muy claro es cuánto más tendría que pagar un rico para lograr el mayor impacto en este objetivo de reducir desigualdad. ¿Dónde está el límite para que sea equitativo: tasas de 30%, 40%, 60%, 100%?

Por ejemplo, a nivel global las tasas más altas a personas físicas las encontramos en Costa de Marfil (60%), Finlandia (57%) y Dinamarca (56%).

Por si fuera poco, el tema se complica todavía más porque la equidad no es equivalente a justicia. Cuando uno gana dinero de forma legal y por méritos propios, es justo que el recurso se lo quede el agente económico. Analogías similares se pueden realizar con facilidad. Por ejemplo, cuando uno estudia mucho en la escuela, es justo que aparezca en el cuadro de honor. Que cada uno tenga lo que se merece.

En el caso mexicano, el impuesto sobre la renta (ISR) pagado por las personas situadas en el decil más alto de ingresos, constituye un poco más de la mitad del total recaudado por dicho impuesto. ¿es un porcentaje justo? No hay respuesta a esta pregunta, ya que es asunto que cae en el ámbito de los juicios de valor.

Sí, es bueno que los ricos paguen más que los pobres, sólo que no está claro cuál es el límite.

Además, no hay garantía que el sistema fiscal termine generando una redistribución adecuada. Eso implica que no se garantiza la reducción de desigualdad económica.

Curiosamente, quienes insisten en qué se paguen más impuestos son a menudo los mismos que deploran la ineficiencia del gasto público.

James Salazar Salinas es actualmente Subdirector de Análisis Económico y Sectorial en CIBanco. Cuenta con 20 años de experiencia laboral tanto en el sector público, como el privado, dedicados al análisis, reporte, seguimiento y estimación de información económica y financiera. Es Economista por la Universidad Autónoma de Nuevo León, con maestría en Teoría Económica por el ITAM.

También lee: