La directora general de la Bolsa Institucional de Valores (BIVA), María Ariza, sorprendió a propios y extraños al emitir un comunicado que circuló en redes sociales, en el que deslindó a la institución a su cargo de cualquier escándalo relacionado con las empresas que enlista.
En los últimos días, personas muy cercanas a Ariza –y la propia directiva– trataron de descalificar el trabajo periodístico de esta casa editorial y acusaron a EL CEO de emprender una “campaña negra” en contra de BIVA.
Lo cierto es que los reportajes publicados por este medio dan muestra de la realidad por la que atraviesa BIVA, que se sostiene de manera artificial en un mercado bursátil que no crece y que enfrenta múltiples retos.
Dentro del gremio, las reacciones a la respuesta de Ariza fueron mixtas. Hay quienes piensan que la CEO de BIVA sabe que los casos que estuvieron en el centro de la conversación durante los últimos días son solamente la punta del iceberg, y es por esta razón que tocaron fibras sensibles. Otros, que las cosas van bien.
Basta con ver los conflictos de interés en operaciones como el cambio de listado de Bafar y Fibra Nova, empresas de las que Ariza es consejera, pero también en el escándalo de Agrofibra, el fideicomiso inmobiliario que engañó al Infonavit, la Afore XXI Banorte y a Inbursa.
Felipe Urquiza –hijo de Santiago Urquiza (presidente de BIVA)– fungió como director de relación con inversionistas de Agrofibra, hasta febrero de este año. Un mes después de su salida, la compañía devolvió a sus accionistas más de 400 millones de pesos por incumplir con sus compromisos.
En el comunicado –no oficial– que circuló en respuesta a los reportajes de EL CEO, Ariza aseguró que las bolsas no tienen responsabilidad por las irregularidades de las emisoras, y que éstas competen a otros participantes del mercado: las afores y las agencias calificadoras, que participan directamente en las emisiones.
Todo parece indicar que en BIVA preparan un plan de contingencia para evitar una crisis reputacional, a medida que salen a la luz estos casos de empresas que en años recientes optaron por listarse en ese centro bursátil.
Recientemente estalló el escándalo de Globcash, que apenas en febrero listó acciones en BIVA -luego de tres años de patear su debut-. Hoy su cotización está suspendida por no enviar información financiera, afectando a los inversionistas que no pueden vender su posición hasta que se levante la suspensión.
Pero también hay otros casos que son una bomba de tiempo, considere a fideicomisos inmobiliarios y empresas del sector financiero, cuyas administraciones han incurrido en manejos cuestionables.
Hablar sobre lo que sucede dentro y fuera de ese proyecto con datos probados, ¿repercute en el mercado accionario?
Por el bien de la economía, es necesario impulsar proyectos que detonen el crecimiento de las empresas, pero al hacerlo, las bolsas deben trabajar para disminuir los riesgos para los inversionistas, tanto institucionales como los minoristas. Una tarea en la que, sin duda, posee una enorme responsabilidad la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
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