En el tablero político electoral de México, Jesús Antonio Esteva Medina, el actual secretario de Obras y Servicios, emerge como una figura de contrastes y contradicciones, eso cuentan fuentes del gobierno de la capital del país.

En un período donde el sector de la construcción se ve desplazado por la creciente participación de las Fuerzas Armadas en proyectos clave, Esteva Medina busca posicionarse como un agente de reconciliación y conexión entre la candidata de Morena, Claudia Sheinbaum Pardo, y la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), así como el resto del sector.

Esta pretensión de mediación se presenta en un contexto delicado, marcado por el rezago del sector privado en la construcción debido a la preferencia gubernamental de Andrés Manuel López Obrador por asignar proyectos de infraestructura a las fuerzas armadas. 

Esteva Medina, quien a primera vista podría parecer una figura de bajo perfil en el gobierno de la Ciudad de México, ha estado en el ojo del huracán en momentos críticos, como la trágica caída de la Línea 12 del Metro. 

Fotoarte: Andrea Velázquez

En este episodio, su actuar en defensa de Sheinbaum aseguró que las críticas y responsabilidades no cayeran por completo en ella y dialogando con el sector privado constructor, mostró su capacidad para operar en las sombras, favoreciendo la gestión actual sin atraer demasiada atención hacia sí mismo.

Sin embargo, la etiqueta de “junior” le ha sido impuesta no sólo por su linaje familiar, sino por las comparaciones inevitables con su padre, Luis Esteva Marabato, una vaca sagrada en la UNAM y figura respetada en el ámbito de la ingeniería. 

Esta comparación resulta, en muchos casos, desfavorable para Jesús Antonio, quien es visto como una sombra tenue del legado de su progenitor.

Incluso, se recuerda la controversia alrededor de la construcción de la Biblioteca Vasconcelos, en la que Esteva Medina tuvo un rol.  

En ese momento él trabajó en Conaculta, se le acusa del caos del proyecto. Todo esto añade una capa más a su compleja figura pública, marcada por acusaciones de responsabilidad en fallos estructurales y sobrecostos.

En el escenario actual, Esteva Medina promete un renacimiento del sector constructor como moneda de cambio para asegurar el apoyo de Sheinbaum en su camino a la presidencia. Sin embargo, esta promesa se ve empañada por la posible emergencia de Jorge Gaviño, exdirector del Metro y diputado de la Ciudad de México, como una figura alternativa en caso de un triunfo de Sheinbaum para la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes.

La decisión de Gaviño de abandonar el PRD para apoyar a Sheinbaum sugiere un reacomodo de fuerzas y lealtades que podría relegar a Esteva Medina a un segundo plano, a pesar de sus esfuerzos por ser el puente entre la política y la construcción.

Este entramado de lealtades, promesas y ambiciones pone de relieve no solo las complejidades inherentes a la política y la gestión pública en la Ciudad de México, sino también la fragilidad de las promesas en un ambiente donde los intereses y los poderes se entrecruzan de manera impredecible.

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