La desconexión del servicio de luz eléctrica de CFE ocurrido esta semana es una muestra del complicado panorama al que la empresa se enfrentará durante los próximos años, sobre todo si continúa con su deseo de recuperar su hegemonía en el ámbito de la generación eléctrica, bloqueando la entrada a jugadores privados y a energías renovables.

Un día después del apagón que afectó el servicio de 10.5 millones de usuarios, la CFE dijo que la inestabilidad de las centrales renovables contribuyó a la falla, que se originó por un incendio fortuito.

“Ellos dicen que las renovables hacen daño y el sistema requiere mayor flexibilidad con un respaldo que sólo lo da CFE. Eso es falso: las renovables te ayudan también a regular la potencia”, señaló Víctor Ramírez, analista del sector energético.

“Además, los mecanismos que ellos están desacreditando de la reforma te daban mecanismos para sacar de operación generadoras viejas y poco flexibles e ir sumando nuevos generadores más flexibles que permitieran mitigar riesgos”.

El experto destacó que estos mecanismos, como las licitaciones de transmisión y generación, podrían ayudar a tener herramientas para disminuir estos riesgos. Sin embargo, advirtió que existen casos como el de la planta de ciclo combinado de Topolobampo, que es una herramienta para dar respaldo al sistema que no está siendo utilizada. Es decir: la existencia de este tipo de herramientas no garantiza que CFE haga buen uso de ellas.

Ramírez señaló además que la falta de permisos de generación no está justificada, pues un permiso no garantiza la operación de una planta generadora. Además, en caso de una sobreoferta de energía eléctrica, el sistema se limitaría a recibir la energía requerida por el sistema, comenzando con la energía más barata.

“La restricción de entrada de plantas no ha sido sólo para renovables, sino para todo el mercado. Se han enfocado en renovables porque políticamente era lo más difícil de justificar, pero no ha sido lo único”, detalló.

En el caso específico de este apagón, CFE habló de un incendio en el estado de Tamaulipas que habría comprometido las condiciones de operación de una línea de transmisión. Un evento fortuito como este no hubiera tenido un efecto negativo en el sistema eléctrico nacional si existieran líneas redundantes de transmisión y una mayor capacidad de reacción a este tipo de eventos, lo cual depende en parte de las condiciones de los generadores.

Rosanety Barrios, analista del sector, destacó que el último apagón generalizado en el país ocurrió en 1981, por lo que es difícil que la actual administración culpe de este evento a administraciones pasadas. “No nos pueden decir que les dejaron un tiradero, porque no había pasado en 40 años y de repente les pasa a ellos. Además las dimensiones son tales que no se entiende cómo se pudo haber perdido el 25% de la generación”.

Los analistas lamentaron que la postura de CFE impedirá que el sistema gane flexibilidad para 2021, lo que podría no ser un problema inmediato, pero sí lo será al mediano plazo.

“Este año no fue perdido porque fue el último en el que tenían que entrar en operación plantas de las subastas(…) sin embargo no tenemos forma de, en los siguientes años, ir incrementando la oferta de energía o desplazando la oferta de plantas que cada vez están menos disponibles por el tipo de tecnología que utilizan”, señaló Ramírez.

“La competitividad de las empresas está empezando a ser un tema fuerte porque necesitan saber si van a tener acceso a mecanismos para abaratar su insumo energético. Algunas se están levantando de la mesa y han dejado de ver a México como el mejor punto de crecimiento, lo que podría provocar una reducción de inversión extranjera, y esto podría ser muy problemático”, advirtió David Rosales, analista del sector.