El alza del dólar y la baja en los precios de las gasolinas son dos factores que se han combinado para poner aún más en duda la factibilidad de un proyecto como la refinería de Dos Bocas, cuya construcción podría ser un importante lastre para la economía de Pemex, en un momento en que la compañía debería estar realizando ajustes para aumentar su rentabilidad.

El primer problema es que la gasolina de importación actualmente cuesta alrededor de cuatro pesos por litro, un precio que Pemex no puede igualar en sus procesos de producción.

Al menos tres analistas señalaron a EL CEO que importar el 100% del consumo nacional resulta la opción más redituable para la empresa.

“Que el petróleo sea más barato no quiere decir que se puede producir gasolina barata. Un proceso productivo no va a ser más barato sólo porque baje el costo de la materia prima. La razón es que hay muchos costos asociados como logística, transporte, almacenamiento, energía, mantenimiento, sueldos y distribución que no se mueven con el precio de los insumos”, señaló Bernardo del Castillo Health, Safety and Environment, Business Continuity de una empresa global.

La alternativa de importar un mayor porcentaje del consumo nacional presenta dos obstáculos importantes. El primero es el enfoque de la administración federal en el concepto de “soberanía energética” que, aunque no agrada a expertos del sector, se contrapone directamente con un escenario en el que se importe la totalidad de los hidrocarburos.

El segundo afecta a más largo plazo, debido a que México carece de la infraestructura de almacenamiento necesaria, el país no puede aprovechar este momento para satisfacer la demanda en un futuro, cuando los precios vuelvan a subir.

El siguiente problema de Dos Bocas, explicó Adrián Calcaneo, director de Midstream y Líquidos para IHS Markit, es que el costo total de la construcción está cotizado en dólares, por lo que se ha elevado un 20% en el último mes.

El proyecto, al costo inicial estimado, ya levantaba cejas entre analistas del sector, que ahora señalan esta alza como insostenible para la eventual rentabilidad de la obra.

La repentina necesidad de una mayor cantidad de recursos podría saciarse mediante préstamos, pero el complicado panorama mundial y la baja calificación de Pemex hacen de esta una opción muy remota.

Otra alternativa sería el uso de fondos públicos, aunque los expertos advierten sobre los peligros de financiar un proyecto mediante el erario, sobre todo dado el riesgo de que otro fenómeno vuelva a alzar el costo estimado de la obra.

Del Castillo resalta que para que la producción de hidrocarburos en México sea barata hace falta pensar a mediano y largo plazo en acciones e inversiones bien programadas y bien ejercidas que hagan eficiente la operación del sistema nacional de refinación.

La planeación integral de estas inversiones debería incluir un mejor mantenimiento que contemple planeación predictiva, la actualización o sustitución de equipos obsoletos, inversión en automatización, reducción de personal (el cual calificó como un mal necesario), y deconstrucción y rediseño de procesos aprovechando tecnologías nuevas.

Finalmente, el experto advirtió que el escenario se presta para considerar ciertas desinversiones en el sistema nacional de refinación. “Hoy por hoy posiblemente se podrían cerrar tres refinerías, invertir bien en reconfigurar las otras y producir más de lo que se produce hoy, sin necesidad de construir Dos Bocas”.