Andrés Manuel López Obrador es un presidente sui géneris. Su desprecio por las formalidades excesivas y los gustos suntuosos lo dibujan de cuerpo entero como lo que pregona ser: un hombre humilde y desinteresado de las cosas materiales. Su forma de ser incluso llega a sacar de balance a hombres y mujeres poderosos que no saben cómo tratarlo.
El viernes, al llegar a la Convención Bancaria para clausurar los trabajos de la reunión, el presidente sorprendió a todos entrando por la cocina del salón del hotel Princess Mundo Imperial donde se llevó a cabo el encuentro, en lugar de ingresar por la puerta principal.
Apenas se dieron cuenta de su arribo, todos los asistentes se pusieron de pie y el presidente, siempre sonriente, se apresuró a saludar a algunos de ellos para luego subir al presidium. El buen humor con el que casi siempre saluda el tabasqueño de 65 años contrasta con el semblante duro y el tono regañón con el que a veces se dirige a su audiencia cuando habla de temas que le incomodan o le causan molestia.
Este viernes, López Obrador incluso soltó una carcajada cuando el presidente saliente de la Asociación de Bancos de México, Marcos Martínez, le dijo a su relevo al frente de la organización, Luis Niño de Rivera, que se había sacado ‘el tigre’ –o la rifa del tigre–, en referencia a la frase que soltó el entonces candidato a la Presidencia en la Convención del año pasado.
Acompañado de su fiel escudero y jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, López Obrador se plantó en la reunión de banqueros para repetir mucho de lo que dice todos los días en sus conferencias matutinas y actos públicos. Que el neoliberalismo fracasó, que la corrupción es el origen de todos los males, que respetará la autonomía del Banco de México, que mantiene el compromiso de tener un equilibrio en las finanzas públicas, que no va a promover leyes que regulen las comisiones de lo bancos…
Dos veces se llevó los aplausos: cuando dijo que respetarán la autonomía de Banxico y cuando habló del tema de comisiones. Hubo un silencio absoluto cuando volvió a la carga contra el modelo económico neoliberal que ha regido los últimos 36 años, durante los cuales la banca se ha expandido aceleradamente en México y los grupos globales se han convertido en los principales jugadores del sector.
Aunque no se sabe con certeza cuál es el modelo económico que la nueva administración va a buscar implementar, el presidente ya lo definió como posneoliberal. Desterrar el modelo impuesto por los tecnócratas consiste en acabar con el “pillaje, antipopular y entreguista” del neoliberalismo. En contraste, se apostará por una economía mixta, en la que coexistan principios e instituciones de libre mercado y un Estado fuerte que impulse políticas económicas redistributivas, con “dimensión social”, una de las frases preferidas de AMLO.
Quién iba a pensarlo: un presidente que no usa tarjetas de crédito en la clausura de la convención de banqueros, cuyo lema este año fue “una visión a futuro”; es decir que estuvo enfocada a la banca digital como método de inclusión financiera y reducción del uso de efectivo, que es frecuentemente utilizado con fines ilícitos.
“No tengo cuentas de cheques, no tengo tarjeta de crédito, pero no de ahora… los bancos tienen antecedentes, tengo mucho tiempo sin tener tarjeta de crédito”, dijo en enero a periodistas y luego mostró el contenido de su cartera: un billete de 200 pesos y uno de 2 dólares.
Un presidente que no usa tarjetas de crédito, un presidente posneoliberal.