La curva de bonos invertida y la mayor demanda por activos de refugio no han impactado aún al índice estadounidense S&P 500, pero tienen a Wall Street a la expectativa.
Contra todo pronóstico, el S&P 500 ha sorteado la volatilidad y presión, pero la duda de cuánto tiempo puede mantenerse al alza empieza a crecer.
“Todo nos sugiere que el crecimiento en la economía de Estados Unidos y en el resto de los países será más débil a lo esperado este 2019, aunque no estamos pronosticando una recesión total. Prevemos que el S&P 500 caerá bruscamente, a 2,300 unidades, para fines de 2019”, de acuerdo con un análisis de Capital Economics.
Si se cumple dicho pronóstico, el índice estadounidense presentaría una baja de 18% desde sus niveles actuales; el miércoles cerró en 2,805.37 puntos.
Podríamos presenciar volatilidad adicional y correcciones en el corto plazo en los mercados de renta variable a medida que resurjan temores por el crecimiento, pero continuamos esperando que los activos de riesgo escalen aún más en los meses siguientes
dijo Esty Dwek, estratega Senior de Inversiones en Natixis IM, en un escrito.
El consenso de analistas consultados por la plataforma Trading Economics es más vehemente; esperan que el índice ronde las 2,630 unidades en los próximos 12 meses.
En lo que va del año, el S&P 500, que reúne a las empresas más bursátiles y grandes por valor de mercado en Estados Unidos, presenta un rendimiento de 11.91%. En el mismo lapso, la demanda por activos de refugio ha aumentado.
El rendimiento que paga un bono del Tesoro de Estados Unidos a 10 años se redujo en 31 puntos base entre el 31 de diciembre y el 27 de marzo. Este miércoles, un bono a 10 años estadounidense pagaba 2.37%, su nivel más bajo desde mediados de enero del 2017.
Una de las formas para ver qué tan nerviosos están los inversionistas es el rendimiento que pagan los bonos del Tesoro de Estados Unidos, mejor conocidos como treasuries. Mientras más bajo es el rendimiento, los inversionistas están invirtiendo más en ellos para proteger su capital de la incertidumbre que hay en el mercado.
El Brexit, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, y más recientemente los temores a enfrentar una desaceleración económica más profunda de lo esperado –por lo menos en Europa–, han hecho que los inversionistas acudan a activos de refugio.
Como un ingrediente extra de incertidumbre, por primera vez desde 2007 un bono de corto plazo (tres meses) paga un mayor rendimiento que uno de largo plazo (10 años). Lo anterior es visto como uno de varios indicadores que prende señales de alerta de que la economía de Estados Unidos puede caer en recesión.
De las últimas nueve recesiones –desde 1957–, en todas, la curva de bonos se ha invertido antes de una contracción económica. Una curva de rendimientos de bonos invertida ocurre cuando las tasas a corto plazo son mayores que las de largo plazo.
“Una curva invertida de rendimiento de bonos es un indicador de largo plazo que puede anticipar un efecto de recesión hasta un año antes. En este momento, vemos a los operadores tratando de llevar el S&P 500 a un nuevo máximo histórico de 2,940.91 puntos”, dijo en una columna John Jagerson, cofundador de Learning Markets, dedicada a crear contenido financiero.