Guyana, antigua colonia británica en Sudamérica, podría convertirse próximamente en una de las naciones más ricas del mundo gracias al petróleo.
Desde 2016, Exxon ha realizado una docena de descubrimientos en Guyana, que suman más de 5,000 millones de barriles en reservas petroleras.
La llegada de ingresos millonarios ya ha provocado problemas políticos en esta pequeña nación: en diciembre el parlamento dio un voto de no confianza al presidente David Granger por diferencias sobre la industria petrolera nacional.
La oposición acusa a Granger de “haber vendido el patrimonio nacional” a Exxon, mientras que éste insiste que logró el mejor acuerdo posible con el objetivo de transformar la economía.
Aunque no hay detalles públicos del acuerdo, Axios estima que la división de ingresos será de 50-50 y Exxon planea producir 120,000 barriles diarios en 2020, lo que podría darle a Guyana un ingreso anual de más de 1,300 millones de dólares.
El producto interno bruto del país fue de 3,600 millones de dólares en 2017, según el Fondo Monetario Internacional y su población es de poco más de 750,000 personas.
“No hay manera en que la explosión de dinero sea manejada apropiadamente”, advirtió la directora de seguridad energética del Consejo de Relaciones Exteriores Amy Myers Jaffe, citada por el medio especializado. “Tomas este país golpeado por la pobreza y lo conviertes en Qatar en tres años”.
Según estimaciones de Bloomberg, si el pronóstico producción de la empresa de 750,000 barriles diarios para 2025 se cumple, Guyana superará la producción actual de Ecuador, miembro de la OPEP.
Actualmente, los tres productores principales de petróleo en Latinoamérica son Brasil, Venezuela y México.
Toda la riqueza petrolera está, por el momento, concentrada en el campo Stabroek. Exxon recibió el permiso de exploración en 1999 y realizó el primer descubrimiento en 2015.
Exxon posee 45% de Stabroek y este campo es la principal apuesta para elevar su producción, mientras que Hess cuenta con 30% y la china CNOOC ostenta el 25%.