Brett Kavanaugh es el nuevo integrante de la Suprema Corte de Estados Unidos, con 50 votos a favor y 48 en contra en el Senado, en uno de los procesos de confirmación más discutidos de los que se tenga memoria.
Kavanaugh, nominado en julio para ese puesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, logró el nombramiento de carácter vitalicio a pesar de las acusaciones en su contra por presunta conducta sexual inapropiada.
La confirmación de Kavanaugh le otorga al presidente Donald Trump una victoria en su campaña para consolidar el dominio conservador de la corte más alta de la nación y dejar por muchos años como minoría a los jueces progresistas.
“Aplaudo y felicito al Senado de EU por confirmar a un gran nominado, el juez Brett Kavanaugh, a la Suprema Corte de Estados Unidos”, publicó el presidente en su cuenta de Twitter poco después de conocerse el resultado de la votación.
I applaud and congratulate the U.S. Senate for confirming our GREAT NOMINEE, Judge Brett Kavanaugh, to the United States Supreme Court. Later today, I will sign his Commission of Appointment, and he will be officially sworn in. Very exciting!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 6 de octubre de 2018
Se espera que Kavanaugh preste juramento rápidamente y se incorpore a las actividades de la Suprema Corte el martes.
Un país dividido
Kavanaugh comparte con Donald Trump una característica fundamental: su capacidad de dividir radicalmente a los estadounidenses.
El triunfo de este sábado no impide que para Kavanaugh el gusto sea agridulce. Él mismo admitió públicamente que las alegaciones arruinaron “para siempre” su reputación.
La nominación de Kavanaugh dio lugar a intensas protestas en varias ciudades estadounidenses. El viernes, más de 100 personas fueron detenidas en Washington.
Este sábado, unos 200 manifestantes se reunieron fuera del Capitolio, agitando pancartas y coreando: “No queremos a Kavanaugh” y “Ya llega noviembre”.
Las autoridades tomaron la inusual medida de cercar el Capitolio para mantener a los manifestantes alejados del edificio.
El magistrado deberá convencer, como admitió en un inusual artículo el jueves en el Wall Street Journal, que es imparcial y ‘dedicado a la Constitución y el bien público’.
Antes de simbolizar la sabiduría que tradicionalmente se asocia con los nueve magistrados de la más alta instancia judicial del país, deberá disipar las dudas que sembró tras una histórica audiencia de fines de septiembre, en la que el juez y su denunciante, la doctora Christine Blasey Ford, ofrecieron sus versiones sobre una noche de fiesta de 1982.
Blasey Ford dijo que Kavanaugh la intentó violar ese día. Al negar con vehemencia las acusaciones, el juez se mostró a punto de perder los cabales, con la voz entrecortada por los sollozos reprimidos y un verbo muy agresivo.
Los únicos errores de juventud que aceptó fueron algunas cervezas de más, cuando era un bachiller en los lujosos suburbios de Washington. Presentó su carrera y trayectoria personal aparentemente irreprochable y adjudicó los señalamientos a un “montaje” político.
“He dicho cosas que no debería haber dicho. Espero que todos puedan comprender que estaba siendo cuestionado como hijo, marido y padre”, se justificó esta semana
Con información de Reuters