Italia, la cuarta economía más importante de la Unión Europea, ha comenzado a convertirse en un foco de preocupaciones para los mercados internacionales.

La preocupación de un mayor déficit, menor crecimiento económico y la confrontación política con las autoridades de la Unión Europea, han impactado al mercado de acciones y deuda del país del viejo continente.

Desde el 4 de marzo, el FTSE MIB -principal índice de la Bolsa italiana- ha caído 12.20% a 19,259.85 unidades. La tasa que pagan los bonos a 10 años ha aumentado 143 puntos base a 3.40%.

Italia empieza a tomar relevancia en el escenario de preocupación mundial, en un contexto en el que además, temas como el Brexit, las decisiones que tome la Reserva Federal en cuanto a su política monetaria y una posible desaceleración económica mundial, así como los datos económicos de China siguen en la agenda de los inversionistas.

Deuda, el principal temor

De acuerdo con Capital Economics, existe un riesgo creciente de que los inversionistas pierdan confianza en las finanzas públicas de Italia, lo que puede causar un mayor aumento en los rendimientos de los bonos y provocar otra crisis en la zona euro.

La Comisión Europea advirtió la semana pasada sobre el impacto de los mayores costos de financiamiento de la deuda y señaló a Italia como uno de los países con más deuda de la zona del euro. Y también han resurgido dudas sobre la calidad y sostenibilidad de las finanzas públicas.

En marzo, los italianos le dieron la mayoría al Movimiento 5 Estrellas (M5S), tanto en el Senado de la República como en la Cámara de Diputados. El M5S, un partido antisistema, no solo ha destacado por su fobia a los inmigrantes, sino por una de sus promesas de campaña: someter a referéndum la permanencia en la Unión Europea (UE).

El gobierno italiano, fiel a su raíz antisistema, dijo que no modificarán sus estimaciones para el presupuesto del 2019 y optarán por más deuda. De acuerdo a las proyecciones de la UE, Italia incurriría en un déficit de 2.9% del PIB con las propuestas de gasto, con lo que para el 2020 calcula que romperá la regla de un déficit máximo de 3%, por lo que necesita modificar sus planes fiscales, según recomendaciones de la Comisión Europea.

Controlar el déficit italiano es importante en un escenario en el que la deuda pública alcanza el 132% del PIB; el más elevado en términos de euros dentro de la Unión.

“La propuesta de ampliar déficits por parte del gobierno Italiano no fue bien recibido por la Unión Europea y los roces entre ambos actores han revivido temores de confrontación política y riesgos financieros en la región”, dijo Santiago Fernández, analista de Intercam Casa de Bolsa.

Mientras existe el temor de un mayor déficit, el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta una desaceleración en la economía italiana. Después de un crecimiento del PIB de 1.7% en el 2017 -el más elevado desde el 2010- el FMI estima que este 2018 la economía italiana crecerá 1.2% y apenas 0.7% el 2019.

“El nuevo gobierno italiano no ha emprendido iniciativas para fomentar la productividad y poner en marcha a la economía hacia una tendencia más robusta en el mediano plazo”, dijo Philippe Waechter, economista en Jefe de Ostrum Asset Management, en un análisis.

Al nublado panorama se suma que las calificadoras de riesgo recortaron las perspectivas o calificaciones de la deuda soberana italiana. Moody’s bajó la calificación de Italia a Baa3 con una perspectiva estable. El S&P mantuvo su marca en BBB pero asignó una perspectiva negativa a la calificación soberana.

Europa tiene un antecedente los últimos años de alta deuda, con un bajo crecimiento económico. En el 2010, Grecia presentaba una deuda de 115% del PIB y un déficit de 13.6% del PIB. En mayo de ese año, Grecia solicitó rescate financiero. Ese fue el inicio de la crisis europea que terminó por contagiar a otros países como Portugal, Irlanda y España y a la región en general.

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