La baja recaudación tributaria se convierte en un problema más preocupante para México, pero aunque pareciera complicado, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador tiene opciones para elevarla.

Una es gravar el capital. Este impuesto sobre el patrimonio de los ciudadanos como regalos, herencias o inmuebles de alto valor, representa 0.3% del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que en Estados Unidos equivale a 4.2%, de acuerdo con las Estadísticas de Recaudación 2018, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Cada vez hay más evidencia de la importancia de recaudar por el lado de los bienes y la riqueza, sobre todo en un país con los extremos de desigualdad como el nuestro, en donde la atención se centra en las personas que tienden a la informalidad, pero que sí pagan impuestos como el IVA o el IEPS

Carlos Brown, coordinador del Programa de Justicia Fiscal de Fundar.

En México, gobiernos estatales y municipales aplican gravámenes a la propiedad como la tenencia y el predial, considerados dentro del menú de impuestos al capital; sin embargo, su recaudación enfrenta diversos huecos a nivel local, entre ellos la desactualización de los registros de catastro y parque vehicular, situación que complica su fiscalización.

La baja recaudación tampoco es un problema, ya que los recursos con los que cuentan son, en mayoría, los que les otorga el gobierno federal, por ello no se ven obligados a mejorar el cobro de impuestos.

“La recaudación de los impuestos estatales siempre ha sido muy ineficiente y para elevar su recaudación una posibilidad sería trasladar la recaudación de bienes por herencia, tenencia y predial al gobierno federal”, dijo Roberto Colín, integrante de la Comisión Fiscal Dos del Colegio de Contadores Públicos de México.

A este panorama se suma que este tipo de gravámenes son usados como una medida electoral por parte de los partidos políticos, que la mayoría de las veces deciden no aplicarlos o incluso desaparecerlos.

Tendría un potencial recaudatorio bastante bueno y llevaría a los impuestos al capital a representar entre 1.3 y 1.5% del PIB, pero su creación enfrenta desafíos como el costo político para los gobiernos locales. También habría que fortalecer la capacidad de las oficinas tributarias de los estados

Adrián García, coordinador de Ingresos e Impuestos del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).

La recaudación en México equivale a 16.2% del PIB, el nivel más bajo de los países miembros de la OCDE.

Los ingresos tributarios sumaron 577,752 millones de pesos en los dos primeros meses del año,  monto mayor en 3.4% real respecto a los 536,573 millones de pesos del mismo lapso de 2018, de acuerdo con datos de Hacienda.

Para este año, Hacienda estima que el gobierno obtendrá 3.30 billones de pesos por ingresos tributarios, un ajuste frente a los 3.31 billones de pesos que consideró en la Ley de Ingresos de la Federación 2019. Mientras que para 2020 preve 3.46 billones de pesos.

La próxima reforma

El presidente López Obrador ha dicho que, por lo menos en la primera parte de su sexenio no aumentará ni propondrá nuevos impuestos. No obstante para cumplir su agenda de programas sociales y los proyectos de infraestructura, como la refinería de Dos Bocas en Tabasco y el Tren Maya, en el sureste del país, necesitará ingresos.

Lo anterior, en medio de las duras metas fiscales que Hacienda ha impuesto para este año prevé un superávit primario equivalente a 1% del PIB y para 2020, el 1.3% del PIB, por lo que el gobierno requerirá de mayores ingresos.

Hay condiciones políticas para que ocurra una reforma fiscal, es un tema profundamente impopular, pero si el dinero se destina a cosas tangibles y claras, los ciudadanos empiezan a ver la importancia de las aportaciones para mejorar los servicios públicos del país

Carlos Brown.