La Ciudad de México enfrenta uno de los desafíos más apremiantes de su historia: el estrés hídrico. Con las reservas de agua en niveles críticos, también se vislumbra la amenaza de un posible aumento en la deuda pública.
Derivado de un análisis sobre la presión que está ejerciendo la escasez de agua en México, Standard and Poor’s Global Ratings (S&P) detalló que se identificó a la zona metropolitana de la Ciudad de México como una de las regiones más vulnerables en materia del acceso al líquido para próximos años, incluso, más allá del 2050.
La calificadora explica que, a medida que la demanda de agua supere la capacidad de suministro, las autoridades van a verse obligadas a recurrir a soluciones costosas y hasta poco sostenibles, como la construcción de infraestructuras para la captación y tratamiento, la importación de recursos hídricos de otras regiones y la implementación de programas de conservación y reutilización.
La inversión en infraestructura hídrica y programas de gestión del agua requiere financiamiento sustancial, que en muchos casos se obtiene a través de la contratación de deuda pública. Como resultado, el estrés hídrico no solo ejerce presión sobre los recursos naturales, sino también sobre las finanzas gubernamentales.
Ciudad de México contraerá deuda
La agencia calificadora estima que, problemas como este, provocaría que al igual que otros estados, la urbe adquiera deuda adicional para garantizar el suministro de agua, aumentando la carga financiera.
“Dicho gasto podría afectar su desempeño presupuestal al reducir el espacio fiscal, aumentar la necesidad de transferencias extraordinarias a los servicios de agua o elevar la proporción de gasto de capital en infraestructura hídrica”, se lee en la publicación.
Standard & Poor’s refirió que el aumento en la deuda debido a la crisis hídrica también debe interpretarse como un indicio de que previamente no se tomaron medidas preventivas.
Asimismo, resaltó el hecho de que la capital del país esté recurriendo a un mayor endeudamiento en un momento en el que posee una mayor autonomía financiera. A diferencia de otras entidades federativas, la Ciudad de México no depende en gran medida de los ingresos que recibe de la Federación, ya que cuenta con fuentes de ingresos locales significativas.
Lo anterior, debe interpretarse como un indicador de que la autonomía financiera no protege contra las presiones derivadas de la crisis del agua, y que recurrir a un mayor endeudamiento es inevitable.
“La presión actual y potencial sobre las finanzas (…) deriva de la escasez de agua y de la falta de inversión en infraestructura en los casos en los que se tiene suficiente visibilidad para hacerlo”, detalló.
Para S&P, el nivel de preparación y la posible influencia futura de los riesgos climáticos determinará la calidad crediticia durante los próximos años.
De acuerdo con el último informe trimestral de las finanzas públicas de la Ciudad de México, el saldo de la deuda pública del Gobierno de la Ciudad de México al cierre del cuarto trimestre de 2023, se situó en 101,606.4 millones de pesos.
Impacto económico por falta de agua
De acuerdo con la calificadora, el costo de estas inversiones hídricas y la incapacidad de proporcionar a la población un acceso garantizado a este recurso podrían limitar el potencial crecimiento económico de todo el país.
“Consideramos que a medida que se reduzcan las fuentes de agua dulce y aumente la población, la escasez de agua influirá en el desarrollo económico, la migración y la inversión en infraestructura pública en México”, reitera la agencia.
Se tiene conocimiento que algunas empresas de industrias sensibles al agua están empezando a trasladar sus operaciones fuera de la región norte de México, una zona altamente industrializada y propensa a la sequía.
“Estimamos que los riesgos económicos y fiscales derivados de la alta exposición al estrés hídrico en México seguirán aumentando y podrían acabar influyendo de manera negativa en la calidad crediticia de los GLR a mediano y largo plazo”.
Según datos de la Conagua, casi dos tercios de la superficie del país son áridos o semiáridos, y la escasez de agua se está convirtiendo en un problema cada vez más urgente, así como en una amenaza potencial para la vitalidad económica y financiera de los gobiernos locales.
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