La industria de la construcción y la vivienda residencial son importantes emisoras de dióxido de carbono (CO2), compuesto que causa daños a la capa de ozono y contribuye al calentamiento del planeta, por lo que hay arquitectos que buscan disminuir esa huella.
Los edificios residenciales y de servicios comerciales en México generaron en un año 5,323 toneladas de CO2 por consumo energético y quema de combustible, mientras que la industria manufacturera generó 13,448, de acuerdo con datos del Banco Mundial.
Arquitectos y desarrolladores han buscado mitigar esa huella a través de distintas estrategias. Por un lado, la edificación de inmuebles certificados con desempeño LEED, categoría otorgada por el U.S. Green Building Council a inmuebles con bajo impacto ambiental por disminución del consumo energético, captación o reutilización del agua así como disminución en el consumo, o por generar relaciones sociales positivas en las zonas aledañas, entre otras.
México es de los países líderes en Latinoamérica en construcción o reconversión de estos inmuebles, pues tiene 211 proyectos con certificación, por ejemplo la Torre HSBC en la CDMX, la Universidad del Arte en Puebla, o el 7-Eleven que se encuentra dentro de la Universidad de Monterrey, que es la primera tienda del mundo en recibir la certificación LEED Gold.
Además de las certificaciones, la propia arquitectura de los inmuebles puede generar menores consumos energéticos y ambientales, partiendo de una relación más estrecha con el entorno, como opina el arquitecto Benjamín Romano, creador de Torre Reforma.
“Es ver de dónde llega el viento, cómo da el sol, pensar de dónde vas a tomar el agua y dónde la vas a devolver. Si no haces eso es como no respetar a tu vecino, como vivir con tu pareja sin voltearlo a ver. Es una coexistencia y por supuesto que eso actúa en beneficio”, comentó Benjamín Romano en entrevista con medios.
Desde la conceptualización de la torre, el equipo de LBR&A, despacho que lidera Romano, tenía el objetivo de disminuir el consumo energético logrando una disminución del 25% con respecto a las torres vecinas, y la disposición arquitectónica es parte fundamental de ese desempeño.
Tiene cuatro fachadas, la de norte, sur, oriente y poniente, cada una tiene una protección distinta. En la fachada sur queríamos mantener la vista por lo cual le pusimos una ‘visera’ como los beisbolistas que traen su gorra y no les pega el sol. Aquí pusimos una ‘gorra’ de 1.2 metros de ancho cada 2.10 metros [de altura]
dijo Benjamín Romano a EL CEO.
El ancho de esa capa se determinó con base en el cálculo de la inclinación del sol en la Ciudad de México.
El efecto que esa “visera” genera según explicó, es que permite utilizar la luz solar de manera diferenciada. “En verano lo que hace es que entra la luz, pero no el calor, sólo entra en diciembre y enero que es cuando si quieres que te caliente poquito. Si te paras en el frente, ves libremente porque no tienes persianas, no tienes cortinas, no entra el sol, si la luz pero el sol no” dijo el arquitecto.
Entre las ventajas que eso genera se encuentra menor consumo energético por la mayor presencia de luz solar, además de que resulta más fácil mantener un clima confortable disminuyendo el uso de métodos artificiales como los sistemas de aire acondicionado, así como la reducción en el equipamiento, pues no son necesarias las persianas o cortinas.
Romano observa en las nuevas generaciones de arquitectos en formación un mayor interés por incorporar análisis similares para el diseño de sus conceptos y responsabilidad por mitigar y detener la huella de carbono de la industria.
Para un diseño arquitectónico, es de mayor importancia el análisis del entorno que la inspiración, considera el especialista.
“Los artistas crean esculturas, nosotros hacemos espacio habitable para los humanos. No somos artistas, somos técnicos que debemos resolver un problema de espacio, de habitabilidad del ser humano” dijo Benjamín Romano.