Aunque el discurso político de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y sus megaproyectos, como la refinería de Dos Bocas, se han centrado en el sur-sureste del país, el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) dijo que todavía no hay condiciones para erradicar la pobreza energética.
Entre los factores que merman a esta región, conformada por Chiapas, Guerrero, Tabasco, Oaxaca, Chiapas, Yucatán, Campeche; se encuentra la falta de capital calificado para el sector energético, esto por el rezago educativo que tiene la población.
El otro factor que pesa es que no hay infraestructura suficiente. Lo anterior por ser una zona a la que no se le han destinado los suficientes capitales públicos para asegurar la conectividad tanto en electricidad como en gas natural.
“Hay un acceso limitado a gas natural en el sur-sureste de México que acota el potencial de generación de energía eléctrica en la zona y contribuye a que los precios de la electricidad sean mayores que en otras regiones del país”, señaló el instituto.
En 2023, el precio promedio de la electricidad en los 607 nodos, que se ubican en las nueve entidades de la región, fue de 958.6 MXN/MWh. Este precio fue 14.3% mayor al precio promedio nacional (838.5 MXN/MWh) y 34.7% superior al promedio de la región noreste (711.8 MXN/MWh), que es la zona del país con los menores precios.
Esta situación hace que 32% de las viviendas destinen más del 10% de su ingreso a electricidad y combustibles.
Los altos precios y la infraestructura en el sur hacen a la región menos atractiva para los inversionistas en comparación con sus contrapartes del norte y centro.
“Restringe la instalación en la región de ciertas industrias que emplean este insumo en sus procesos productivos y que podrían contribuir a su desarrollo y crecimiento económico”, expuso el Imco.
La precariedad se centra en el uso de combustibles
La pobreza energética del sur-sureste en el fondo es un reflejo de las condiciones de desarrollo general de estas entidades. Específicamente de la dificil vida que lleva la población. Por ejemplo, en tres entidades de la región (Oaxaca, Chiapas y Guerrero) más de 40% de los hogares utilizan leña como combustible para cocinar.
Esto merma la calidad de vida de la población en diferentes aristas, como el hecho de que es incómodo quemar leña y que trae afectaciones a la salud.
En Oaxaca este es el principal combustible doméstico con 50.5%, mientras que el promedio nacional es 13.3%.
El Imco señala que la desigualdades que afectan al sur-sureste no se resolverán si no se atiende primero la pobreza energética.
Por ello, más que generar proyectos centrado en la refinación, se tiene que buscar el acceso al gas natural.
Este combustible tiene el potencial para reducir la marginalidad de la población por dos vías: desde la generación eléctrica menos contaminante y más asequible, hasta su incorporación como combustible de uso doméstico en las zonas urbanas de la región.
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