Por Sunny Arely Villa Juárez*
La educación inicial es uno de los derechos fundamentales de las niñas y los niños de México. A través de ella se potencia el desarrollo de las infancias que reciben intervenciones de calidad. Durante los primeros años de vida se moldean aspectos cognitivos, emocionales, sociales y físicos que determinarán el desarrollo en la vida adulta.
Por lo que, la educación inicial no solo influencia el desarrollo individual de las infancias, sino que también representa una inversión clave en el bienestar y la prosperidad futura de la sociedad. Es obligación del Estado concientizar a la sociedad sobre la importancia de brindar educación desde los primeros días de vida.
En el pasado, hemos sido testigos de una escasa inversión en nuestras infancias. La educación inicial ha sido relegada de las prioridades gubernamentales, con recursos limitados asignados a programas y servicios que moldean el futuro de nuestra nación desde la infancia.
En los últimos seis años hemos asignado al desarrollo infantil temprano menos de cuatro centésimas del producto interno bruto (PIB), es decir, dos mil quinientos pesos al año por infante. De 2018 a 2023 el presupuesto para el desarrollo infantil temprano disminuyó 4.1 por ciento. Esto contrasta con las altas inversiones en infraestructura o pensiones que sobrepasan los cinco puntos del PIB, como lo señala el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria A.C.
Esta falta de inversión se ha traducido en una limitada cobertura de educación inicial, donde muchos pequeños mexicanos no han tenido un acceso adecuado a programas que fomenten su desarrollo integral. En los últimos seis años la cobertura de infancias menores de seis años que reciben algún tipo de atención escolar no supera el 40 por ciento. Esta es una gran deuda con más de ocho millones de mexicanas y mexicanos que aún no votan.
Los resultados de la prueba PISA nos atan al pasado, mostrándonos las consecuencias de nuestro descuido. Los resultados de la prueba PISA revelan qué tan bien los sistemas educativos están preparando a los estudiantes para los desafíos de la vida real y el éxito futuro.
Resulta que en 2023 los resultados fueron inferiores en comparación con las evaluaciones anteriores de 2018 en matemáticas y ciencias, y aproximadamente los mismos que en 2018 en lectura. Estos resultados revelan una brecha en las habilidades educativas básicas de nuestros estudiantes. De recibir un impulso desde los primeros años de vida, los resultados de la prueba PISA podrían ser diferentes.
Mientras observamos estas visiones del pasado y del presente, también nos enfrentamos al futuro. En este futuro imaginado, visualizamos un escenario donde la educación inicial es priorizada como política pública.
Reconocemos la urgencia de actuar en consecuencia, entendiendo que cada infancia mexicana merece una base sólida para su desarrollo. La corresponsabilidad entre los gobiernos federal y estatal se vuelve imperativa, ya que las necesidades y contextos de cada entidad varían considerablemente.
El futuro nos desafía a priorizar la educación inicial como un pilar fundamental de la transformación educativa en México. Esta prioridad implica una inversión estratégica, donde los recursos asignados no sean vistos como un gasto, sino como una inversión en el crecimiento y desarrollo de nuestra nación.
México tiene la oportunidad de redefinir su enfoque hacia la educación inicial. Este cambio de perspectiva permitirá cosechar frutos significativos en términos de un desarrollo humano más equitativo y un crecimiento económico sostenible en el largo plazo.
Por tanto, este inicio de año, mientras reflexionamos sobre nuestro camino como sociedad, insto a nuestros líderes a tomar decisiones audaces y conscientes, a reconocer la importancia crítica de la educación inicial y a comprometernos con su transformación en una política pública prioritaria para el bienestar y el futuro de México.
* Es directora asociada del departamento de economía del Tec de Monterrey y socia fundadora del CIEP. Se especializa en estudios del presupuesto y gasto público, economía de los cuidados, género y el desarrollo sostenible. Es Doctora en Políticas Públicas, Maestra en Administración Pública y Políticas Públicas y Licenciada en Economía. Trabaja por una sociedad mejor informada y más participativa de los temas fiscales con perspectiva de género y la equidad intergeneracional.
Nota del editor: Este texto es responsabilidad del autor.
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