Más allá del alza al salario mínimo, el combate monetario contra la inflación, los programas gubernamentales, el nivel mínimo de desempleo, los montos históricos en remesas o el reto de alcanzar metas de crecimiento económico, la realidad es que una gran parte de las familias mexicanas presenta dificultades para satisfacer sus necesidades alimentarias.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 41.0% de los hogares experimentó alguna dificultad para satisfacer sus necesidades alimentarias.
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En este apartado de la ENIGH, sobre los hogares que en los últimos tres meses tuvieron problemas para comer por falta de dinero o recursos, se contabilizaron 37.6 millones de viviendas durante el año pasado.
Además, 36.3% de las familias del país declaró tener preocupación de que la comida se acabara, mientras 26.2% respondió que la alimentación los adultos de su hogar está basada en muy poca variedad de alimentos.
Otra respuesta recurrente fue que el hogar no tuvo una alimentación sana y variada, con 25.8% del total.
Desasosiego
La falta de dinero o de recursos, como producción propia de alimentos para el autoconsumo, trueque o apoyos alimentarios de parte de instituciones públicas o privadas, también provocó que 19.2% de los adultos comiera menos de lo que piensa debía comer.
En tanto, 11.2% de los hogares reveló que sus integrantes adultos dejaron de desayunar, comer o cenar.
Por último, 9.9% de las familias del país se quedó sin comida, es decir, casi 10 de cada 100 hogares, que equivale a 3.7 millones de viviendas en México.
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Lo anterior manifiesta que el optimismo de la resiliencia del consumo privado ante la aún elevada inflación y las altas tasas de interés, así como los datos positivos en el mercado laboral y en la captación de remesas, no van en sintonía con la realidad de la mayoría de los mexicanos.