Hace 48 años, pocos se imaginaban que un conjunto de terrenos baldíos del sureste de México se convertirían en el destino turístico más importante del país, que hoy por hoy es Cancún.
Esos terrenos de Quintana Roo, entonces inhabitados, fueron convertidos en un punto de encuentro de relevancia mundial. En 2018 recibieron a más de 15 millones de turistas nacionales e internacionales.
Durante 1969, la secretaría de Hacienda y Crédito Público creó el Fondo de Promoción de Infraestructura Turística, el cual destinaría recursos para la promoción de obras en la isla de Cancún y costas aledañas al territorio de Quintana Roo, terrenos seleccionados por “la bondad de su clima, su belleza panorámica, sus monumentos arqueológicos y su ubicación”.
Así, en agosto de 1971, durante su segundo año de gobierno, el presidente en este entonces, Luis Echeverría, firmó un decreto en el que se leía:
“Se declara de interés público la planeación y el desarrollo turístico, habitacional, recreativo y de actividades conexas en terrenos de la Isla Cancún y los aledaños de la costa de territorio de Quintana Roo, de la Delegación de Gobierno Isla Mujeres”.
Así dio inicio el desarrollo del Cancún contemporáneo.
Pese a su belleza y atractivo, no está exento de los problemas que aquejan al resto del país, como ambientales, alto crecimiento poblacional, e inseguridad, los cuales merman la calidad de vida de sus habitantes y el desempeño del destino.
La invasión del sargazo
Este año Cancún tuvo la peor ocupación en Semana Santa de los últimos ocho años.
Grupo Aeroportuario del Sureste reportó que el ingreso de turistas incrementó únicamente 1.8% con respecto del año anterior, la variación más baja desde 2011, que se atribuye principalmente por problema creciente del sargazo.
El alga marina se desprende del fondo del mar de manera natural durante los meses más calurosos del año, temporada en la que llega a la madurez y posteriormente las corrientes marinas las arrastran a la orilla; sin embargo, Greenpace adjudica su invasión a las costas mexicanas a causa del calentamiento global, que incrementa la temperatura del océano.
Esto causa problemas a viajeros que reducen sus estancias, hoteleros que se ven obligados a bajar sus tarifas hasta 15% y a residentes que ven disminuida su actividad laboral.
“Es una lucha titánica”, explica Erik Fabricio Gómez operador de transporte para turistas en Cancún, pues considera que el gobierno no tiene un plan ni la maquinaria necesaria para combatirlo.
“Mi economía se ha visto afectada, nosotros tratamos de explicarle al turista la situación y buscamos dirigirlos a las playas donde sabemos que hay menos”. Pero los esfuerzos no siempre son suficientes.
“Los trabajadores de los hoteles están desde las cinco de la mañana quitando el sargazo y dejan limpio, pero a las 11 de la mañana ya se llenó otra vez y lo primero con lo que se topan los turistas es con el hedor nauseabundo de la plantita que rápido se empieza a descomponer. A la gente ver así la playa ‘la saca de sus casillas’, no se quieren meter al mar, cancelan y se van”.
Ya no es un destino de paz
La inseguridad es otro de los factores que más impacta de manera negativa. En los últimos años se han reportado enfrentamientos armados en la vía pública, así como ejecuciones con una mayor frecuencia.
De ser un destino identificado como seguro y de descanso, ahora el 73% de su población se siente insegura.
Maria Luisa Picaseño, jubilada de la Comisión Federal de Electricidad, llegó a Cancún hace ocho años por tres motivos: su hija y nietos viven ahí, siempre quiso pasar sus años de retiro cerca de la playa y el contexto de inseguridad la obligó a salir de Veracruz, de donde es originaria.
“Aquí me gustó mucho porque estaba seguro, yo me sentía tranquila de andar sola en la calle, a veces regresaba ya tarde de las plazas, pero ya no tanto”, dice Picaseño, quien ya ha sido víctima de la ola de robos y asaltos.
Al cierre de 2018 se registraron 34,043 delitos del fuero común, con 7,000 delitos más que los denunciados en 2017.
La corrupción e impunidad están matando el turismo y nosotros no queremos terminar como Acapulco
explica Erik Fabricio, quien llegó a vivir a Puerto Morelos en 1979.
Fabricio dice que ellos como servidores públicos tienen que salvaguardar las vidas ajenas, “porque el turismo es nuestra fuente de ingreso y lo que debemos hacer es brindarle la mayor seguridad posible pero ya no sabes donde va haber un incidente”.
El 2018 fue considerado el año más violento de Cancún: hubo 556 asesinatos, cifra que duplicó las muertes violentas del 2017.
Infraestructura rebasada, pobladores olvidados
En 1970, la población de Quintana Roo no llegaba a los 500,000 habitantes. Desde entonces la cantidad de residentes se ha triplicado, alcanzando 1.5 millones de personas.
Esa expansión ha traído como consecuencia problemas en la movilidad. El Índice de Movilidad Urbana 2019, del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) ubica a Cancún en el lugar 15 de ciudades con Accesibilidad y Funcionamiento de la infraestructura urbana.
Cancún debe enfocar los esfuerzos en incrementar la inversión en transporte público y vehículos no motorizados, además de la creación de políticas Metropolitanas que faciliten el intercambio laboral con zonas aledañas, de acuerdo con la organización.
“También se necesitan políticas para mitigar problemas como colonias hiperdesarrolladas frente a otras de hipermarginalidad” explica Leonardo González, analista de bienes raíces en Propiedades. com.
Además, datos del Consejo Nacional de Política para la Evaluación de Política de Desarrollo Social (Coneval) indican que 21.1% de la población del estado enfrenta algún tipo de rezago en la vivienda.
“Por ser un destino turístico, se observa un rezago dentro de las políticas de vivienda y de servicios públicos”, añade González, pues considera que las necesidades de un barrio habitacional no siempre son compatibles con los sitios turísticos, a los que se suele privilegiar.
Así, mientras persiste el rezago habitacional hay oferta dirigida a su uso colaborativo y los precios se mantienen con incrementos.
Estos factores han afectado la calidad de vida de las personas, que ya no ven tan certera la promesa de desarrollo.
“Antes podías trabajar seis meses y luego tomarte unas vacaciones de 10 días, pero ahora trabajas dos años y a ver si puedes tomarte una semana”, comenta Erik Fabricio.
Pese a ello, el destino sigue atrayendo a gente de todo el país a vivir, según el Consejo Nacional de Población (Conapo). La tasa de incremento poblacional es de 2.5, con lo cual se coloca por encima de zonas como el Valle de México y Monterrey.