Con el 53% de los votos ganados en las elecciones, una mayoría en el Congreso de la Unión y una aprobación alta a su llegada al gobierno, Andrés Manuel López Obrador, está en la mira de los inversionistas y los ciudadanos mexicanos que están a la expectativa de si el político de izquierda cumplirá sus promesas de campaña, en particular las económicas.
‘El presidente más fuerte de los últimos 30 años’, así es como el semanario británico The Economist tituló uno de sus artículos, en el que recoge la opinión del senador de Morena, Ricardo Monreal.
Pero el nuevo presidente tendrá que enfrentar una realidad: la perspectiva económica para el país se ha complicado, por lo menos en el corto plazo.
A la volatilidad global que ha golpeado a los mercados financieros se le suman algunas decisiones de López Obrador que han generado incertidumbre, principalmente la cancelación del nuevo aeropuerto en Texcoco.
El nuevo mandatario mexicano a partir de este 1 de diciembre deberá recuperar la confianza que ha perdido entre algunos participantes de los mercados. Y su equipo económico tendrá el desafío de mantener la estabilidad macroeconómica del país.
Hay que cuidar la estabilidad macro del país para no generar incertidumbre que pueda alimentar una percepción mayor del riesgo y restrinja el crecimiento económico. El gran reto es mantener la economía en el rumbo del crecimiento, pero con estabilidad y equilibrio
comentó Alfredo Coutiño, director general de Moody’s Analytics para América Latina.
Un punto clave de la política económica de López Obrador es el Paquete Económico para 2019 y la expectativa de crecimiento en que se basen los cálculos de ingresos, de los cuáles, depende el Presupuesto de Egresos.
Arturo Herrara, próximo subsecretario de Hacienda, adelantó que la expectativa de crecimiento está arriba de 2%, por lo que de no cumplirse este pronóstico, la Secretaría de Hacienda tendrá que hacer un ajuste al gasto o aumentar la contratación de deudas para cumplir con las metas establecidas.
El Banco de México dijo en la minuta de su última reunión de política monetaria que la economía mexicana enfrenta un entorno más complejo de lo que se había previsto.
“(…) es particularmente relevante que además de seguir una política monetaria prudente y firme, se impulse la adopción de medidas que propicien una mayor productividad, un ambiente de confianza y certidumbre para la inversión y que se consoliden sosteniblemente las finanzas públicas, reforzando la transparencia y rendición de cuentas de las políticas públicas”.
Mientras tanto, si bien la tenencia de deuda gubernamental de México -los llamados capitales golondrinos- en manos de inversionistas extranjeros es mayor que la del cierre del 2017, algunos han optado por reducir sus posiciones.
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Al 21 de noviembre, la tenencia de extranjeros sumó 2.12 billones de pesos, frente a los 2.10 billones del año pasado. No obstante, entre el 19 de octubre y el 21 de noviembre, la posesión de deuda gubernamental se redujo en 25,109 millones de pesos.
“Hay un compás de espera en las decisiones de inversión, incluso ya han salido algunas del país. Los inversionistas están ciscados y con justa razón, se han dado señales contrarias a lo que se ha había dicho”, dijo Coutiño, quien estima un PIB para 2019 entre 1.5 a 1.7%, con un sesgo a la baja, afectado también por la típica desaceleración que suele traer el primer año de gobierno.
Por lo pronto, además del discurso de López Obrador en su toma de protesta, los participantes de los mercados esperan la entrega del Paquete Económico 2019.
De acuerdo con Intercam, las señales que manda la nueva administración han generado desconfianza e incertidumbre con respecto a las políticas públicas que bien pudieran poner en riesgo la perspectiva económica de México, sin embargo, descartan que el país esté si quiera cercano a una crisis.
“En materia económica, lo que viene es una nueva política. No vamos a gobernar sólo para los mercados financieros”, dijo en una entrevista al diario La Jornada y agregó que lo que viene en materia económica, es una nueva política.