Las grandes empresas tecnológicas han realizado esfuerzos importantes por reducir su huella de carbono, pero activistas y empleados han criticado a algunos de los jugadores más importantes por aliarse con empresas de hidrocarburos y proveer inteligencia artificial para el descubrimiento y producción de yacimientos, lo que representa un doble discurso, según críticos.

“Es dar dos caras al mismo problema. Mientras intentas dar una solución a lo que está pasando también estás dando facilidades para que el sector más contaminante (el de hidrocarburos) continúe actividades e incluso crezca. Es algo que se contrapone y es un tema ético”, explicó Aban Moreno, maestro en administración de fuentes renovables.

Microsoft, Google y Amazon han estado compitiendo para conseguir lucrativos contratos con ExxonMobil, Chevron, Shell, BP y otras firmas de energía para utilizar inteligencia artificial en la selección de puntos a perforar, eficientando así el tradicional proceso de prueba y error de la exploración. Muchas empresas también utilizan la inteligencia artificial para acelerar sus procesos de refinación.

Vivek Chidambaram, director de la consultora de energía de Accenture dijo a USA Today que el sector de oil & gas gasta alrededor de 20,000 millones de dólares anuales en servicios en la nube, lo que representa el 10% del mercado.

“El sector tecnológico no pierde porque están utilizando su imagen de ‘empresa verde y socialmente responsable’ para decirle a las empresas de energía que puede utilizar su expertise, su conocimiento y sus capacidades de desarrollo para reducir su contaminación.

En este sentido en vez de afectar su imagen externa podría sumarle”, explicó Alberto Campos, consultor de Edison Energy.

El sector de tecnología se caracteriza por algunas de las metas ambientales más agresivas y tangibles por parte de privados: en 2018 Google reportó que había tenido un balance neutral de carbono por 12 años consecutivos, y que había igualado el 100% de su consumo eléctrico con fuentes renovables por segundo año en su historia.

A principios de este año, Microsoft anunció su intención de ser una empresa negativa en carbono para 2030, mientras que Jeff Bezos, CEO de Amazon acaba de anunciar la creación de un fondo de 10,000 millones de dólares para el combate a la crisis climática. La empresa de ventas en línea ha anunciado que piensa cumplir con el acuerdo de París diez años antes de la fecha límite, es decir, en 2040.

Estas posturas, normalmente ambiciosas, explican por qué incluso los empleados de las compañías han cuestionado la moral de mantener este tipo de clientes.

Las compañías se han defendido explicando que la inteligencia artificial ayuda a eficientar los procesos y reducir emisiones, además de que se adquieren los balances de carbono necesarios para reducir el impacto de estas alianzas.

El problema con estos balances, explica Elie Villeda, experto en el sector energético, es que muchos países no tienen las certificaciones necesarias para asegurarse que se están cumpliendo los estándares necesarios.

“En Europa sí se audita año con año a las empresas para darles seguimiento, en Estados Unidos y Latinoamérica todavía faltan avances en ese sentido. Se necesitan sellos certificados por el gobierno y la industria privada y, México, por ejemplo, carece completamente de esto”.