Imagina haber duplicado las ganancias de tu empresa a 11,200 millones de dólares en 2018 desde 5,600 millones de dólares obtenidos el año anterior y aún así, no pagar un solo centavo de impuestos, ¿suena bien, no?
Tal es el caso de Amazon, que en lugar de pagar la tasa legal del impuesto a las ganancias de 21% sobre sus ingresos, en 2018 reportó un reembolso de impuestos federales a sus ingresos, calculados en 129 millones de dólares.
Es decir, una tasa impositiva del 1%.
Esto lo atribuye Amazon a “créditos fiscales” no especificados y a una reducción de impuestos, para las opciones de acciones de ejecutivos, en su declaración de ingresos.
Un ejemplo es el romance entre funcionarios y directivos de Amazon, que prometía 3,000 millones en incentivos para que el HQ2 se construyera en Nueva York, pero que terminó en divorcio debido la protesta pública y política, incluso cuando la estimación de generación de empleos ascendía a 25,000.
Aunque el Congreso en 2017 promulgó la Ley de Recortes de Impuestos y Trabajos y redujo sustancialmente la tasa impositiva corporativa del 35% al 21%, la ley no amplió la base impositiva ni cerró una serie de lagunas fiscales que permiten a las empresas rentables evitar habitualmente el pago de impuestos federales y estatales sobre la renta de casi la mitad de sus ganancias.
A consideración del Institute on Taxation and Economic Policy, la ley fiscal fue una gigantesca oportunidad perdida para una verdadera reforma fiscal corporativa.