Napoleón Gómez Urrutia toma la tribuna del Senado. Enfundado en un impecable traje negro y una corbata morada hace uso del micrófono. Agitando las manos lanza el mensaje: “Este país tiene una deuda histórica con la clase trabajadora, que a partir de este momento comienza a cambiar”.
El polémico líder minero dejó un exilio político, denominado así por él mismo, de 12 años en Canadá para volver a México ahora convertido en legislador de Morena. Su primera importante intervención en esta nueva etapa es el impulso de la ratificación del Convenio 88 de la Organización Internacional del Trabajo.
“Los trabajadores merecen respeto y que sean tratados con justicia y con dignidad”, concluye entre aplausos el líder, desde 2012, del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana (SNTMMSSRM), quien durante los nueve años anteriores fue secretario general.
A Gómez Urrutia se le conoce como ‘Napito’, ya que es hijo de Napoleón Gómez Sada, apodado “Napo”, líder minero durante décadas, cercano al priismo y de quien heredó el cargo luego de estar al frente de la Casa de Moneda y estudiar Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y posgrados en la Universidad de Oxford y de Berlín.
El 2006 fue clave en la vida de Gómez Urrutia. El 19 de febrero ocurrió una explosión en la mina de carbón Pasta de Conchos, en Nueva Rosita, Coahuila. El saldo fue de 65 trabajadores muertos y una secuela de inconsistencias que no permitieron el rescate de al menos 63 cuerpos.
El líder gremial responsabilizó a Grupo México, empresa del multimillonario mexicano Germán Larrea, operadora de la mina, de lo ocurrido. “Es un homicidio industrial”, dijo Gómez Urrutia.
Unos días después, ‘Napito’ fue acusado de una presunta malversación de fondos de un fideicomiso de 55 millones de dólares que nunca llegaron a las manos de los trabajadores del SNTMMSSRM. Las presiones hicieron que se refugiara en Canadá e incluso fue fichado años después por la Interpol, pero las acusaciones nunca se concretaron.
¿Indignado o cómplice?
Tras los 12 años de ausencia en suelo mexicano, Napoleón Gómez volvió y prometió reabrir el caso de Pasta de Conchos, el cual actualmente se encuentra en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) gracias a la lucha de las familias de los deudos.
Emotivo encuentro con las viudas de la mina Pasta de Conchos. Exigen justicia y las apoyaremos. #JuntosHaremosJusticia #CuartaTransformacion @senadomexicano pic.twitter.com/zsqziaZ6SB
— Napoleón Gómez Urrutia (@NGomezUrrutiaMX) September 27, 2018
En entrevista, Cristina Auerbach, defensora que acompaña a los afectados de la tragedia, califica la actitud de Gómez Urrutia como oportunista, ya que está tratando de usar lo ocurrido aquel 19 de febrero para legitimarse pese a las acusaciones de que también fue responsable de la tragedia.
Para nosotros el tema es que hemos probado que Napoleón Gómez Urrutia no hizo nada para defender a los mineros en Pasta de Conchos. Él era lo único que tenían los trabajadores frente a una empresa voraz como Grupo México
Cristina Auerbach, activista
Para la defensora de las familias, la prueba de la complicidad del líder gremial es que el sindicato firmó actas de inspección con la empresa donde se decía que la mina estaba bien, incluso unos días antes de la explosión.
Él no ha probado que hizo algo. Él ha dicho que emplazaba a la empresa porque corría peligro la vida de los trabajadores, es mentira, esos emplazamiento no existen, si existieran ya los hubiera mostrado
Cristina Auerbach, defensora de derechos humanos
El retorno de “Napito”
Napoleón Gómez Urrutia dijo que aceptó la invitación de Andrés Manuel López Obrador de tomar una senaduría plurinominal porque coincide con él en su proyecto de nación para un desarrollo próspero del país.
Actualmente encabeza la Comisión de Trabajado y Previsión Social en el Senado; es secretario de la de Economía e integrante de las de Energía, Minería y Desarrollo Regional, así como Relaciones Exteriores.
Gómez Urrutia se perfila para ser una pieza clave en el proyecto de López Obrador y su idea de transformar el sindicalismo. La experiencia del economista llegado al sector gremial será de gran ayuda para las maniobras que pretenda realizar el tabasqueño.
Apenas el fin de semana pasado, desde Morelia, el presidente electo reiteró que su administración no va a proteger a ningún dirigente sindical por lo que aseguró que llegará el fin del charrismo en México.
La nueva era de Gómez Urrutia en la escena política ha iniciado y aunque busca tomar el tema de Pasta de Conchos como bandera, Cristina Auerbach asegura que ya no puede hacer nada porque el caso se encuentra en manos de la CIDH. “Gómez Urrutia actúa como un charro sindical”, concluye.