La Secretaría del Bienestar está impulsando el programa Sembrando Vida en 19 entidades del país, con el objetivo de mejorar el nivel de vida de hogares rurales, satisfacer las necesidades alimentarias de estas comunidades y ayudarlos a comercializar los excedentes de su producción. Técnicos agrarios aplaudieron la intención del programa, pero advirtieron que la falta de supervisión y planificación podrían complicar la consecución de estos resultados.

Creo que (Sembrando Vida) sí va a generar una enorme diferencia. Anteriormente, sólo estaba la Comisión Nacional Forestal (Conafor), que fue creada para ricos: para gente que tiene dinero y tierras y eran los que estaban en posibilidades de recibir mayores apoyos José Amado Gil Vera Castillo, Departamento de Ciencias Forestales de la Universidad de Chapingo

Gil Vera explica que la Conafor otorga los apoyos una vez que los propietarios demuestran haber cumplido con ciertos requisitos, por lo que la inversión inicial corre a cuenta del propio productor. Además, aunque la comisión admite propuestas a partir de 5 hectáreas, la mayoría de los apoyos terminan yendo a plantaciones comerciales en terrenos mucho más grandes.

Anselmo N ha vivido estas dificultades en carne propia: “Sí está complicado encontrar apoyos para terrenos chicos. Algunos de nosotros tenemos la extensión necesaria, pero a veces no queremos comprometer toda la tierra en un solo proyecto y eso te pone muchas trabas. Hemos intentado juntar a varios propietarios para meter proyectos más grandes, pero para eso se necesita formar asociaciones y por acá la gente es muy desconfiada: cree que cualquier papel firmado va a servir para que les robes sus terrenos”.

En la Sagarpa o la Conafor su trabajo es ver que tengas todos los requisitos, no ayudarte a juntarlos y muchas veces sí necesitamos esa ayuda porque no tenemos la experiencia

Anselmo N, productor agropecuario

Sembrando Vida solicita menos requisitos a los productores y sí contará con asistencia técnica. Se prevé la paga de 18 mil pesos mensuales a supervisores de siembra de árboles, aunque no está clara la superficie de la que estará a cargo cada uno de ellos. Gil Vera señaló que la Conafor suele limitar las áreas por supervisor a 100 hectáreas para garantizar la correcta asesoría técnica.

La preocupación principal de Gil Vera es que la falta de planeación deja entrever que no se han realizado las colectas de semillas necesarias para sembrar en los climas característicos de los 19 estados. “Esto cuesta mucho dinero: hay que recolectar los mejores genotipos y tener gente especialista en mejoramiento genético que se encarguen directamente de la recolección(…) desafortunadamente ni siquiera hay compañías privadas que se dediquen a eso y que pudieran funcionar como proveedores del programa. No sé de dónde vayan a sacar las semillas necesarias para un millón de hectáreas”.

Para Alejandro Barrientos, profesor del Departamento de Fitotecnia de Chapingo, el programa es ambicioso, pero el uso de siembras mixtas y esta incertidumbre en las semillas limitará la capacidad de producción de los pequeños propietarios.

Tengo entendido que no habrán siembras compactas de frutales, sino mezclas con forestales. Eso va a dificultar el manejo de las plantas(…) Un modelo de huertos compactos requeriría una mayor inversión inicial, pero la producción sería más grande, se podría incluso colocar en mercados locales, y al cabo de un par de cosechas se trataría de un sistema autosustentable

Alejandro Barrientos, Departamento de Fitotecnia de la Universidad de Chapingo

El programa busca restaurar la productividad de un millón de hectáreas en nuestro país, con apoyos de 5 mil pesos mensuales por hectárea (limitados a 2.5 hectáreas por productor). Es decir, el programa costará 5 mil millones de pesos mensuales sólo en apoyos directos. A esto debe sumarse el costo de la asesoría técnica, las herramientas y la materia prima.