Los resultados de Morena en las elecciones intermedias son un golpe no sólo para las aspiraciones del partido de cara a las elecciones federales de 2024, sino para el impulso de su agenda en el sector energético durante el resto de este sexenio. El partido que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia verá limitado su accionar legislativo, lo que incluso provocaría que el sector pase a segundo plano en sus prioridades.

“Prácticamente cualquier modificación constitucional se les vino abajo en el sentido de la tranquilidad y facilidad con la que lo podían hacer hasta hace unos meses. El peligro sigue latente, no se puede cantar victoria, pero el riesgo ha disminuido porque todavía depende de las negociaciones entre grupos parlamentarios o incluso legisladores individuales”, explicó Santiago Arroyo, abogado experto en el sector.

Las principales modificaciones propuestas por el Ejecutivo en materia de energía, la Ley de Hidrocarburos y la Ley de la Industria Eléctrica, habían sido señaladas como inconstitucionales por la oposición, por lo que se esperaba que el partido gobernante buscara modificaciones a la Constitución en la presente legislatura. El nuevo panorama no sólo dificulta esta posibilidad, sino que facilita la opción de que la oposición eche para atrás los cambios que ya habían sido aprobados.

“A los legisladores de oposición les convendría seguir esta opción (de revocar la ley), porque es mejor desgastar la institución legislativa que las instituciones judiciales. Además, reduciría la zozobra que se crea en el mercado cuando se tiene que acudir a tribunales para solucionar asuntos de mera regulación”, dijo el abogado.

Sin embargo, Arroyo aclaró que la administración del presidente López Obrador aún está en condiciones de conseguir los votos suficientes para realizar modificaciones a leyes secundarias. “Volvemos a tener una Cámara relativamente equilibrada, que no es una oficialía de partes, y los consensos estarán a la orden del día, con más negociación entre bancadas”, destacó el experto.

Esta circunstancia también provocará un cambio de estrategia al interior de Morena, que comenzará a ver por su supervivencia en vez de tener total libertad de acción, lo que sacaría al sector energético de los reflectores.

“El partido está enfrentando los indicios de una crisis. De puertas para afuera pueden hablar de muchos elementos alrededor de los resultados, pero hacia adentro tienen que asumir que la estrategia no ha funcionado. El electorado ya no tiene un vínculo tan fuerte con las empresas estatales, y el tema ambiental es cada día más relevante para los votantes. Impulsar la misma agenda de los últimos tres años frente a esta nueva realidad sería un suicidio”, dijo un analista político que prefirió no ser identificado.

Esta nueva realidad obligará a Morena y al PAN a negociar con partidos más pequeños, de quienes dependerá el impulso de la nueva agenda.

“(Morena) tendrá que negociar con el Partido Verde, cuya posición ante el resultado no ha sido incondicional a Morena. No podemos anticipar el comportamiento de la Cámara hasta el primer periodo de sesiones, y ese será el parteaguas para determinar lo que ocurrirá en el sector”, dijo el Arroyo.

Las decisiones partidistas dependerán en cierta medida de la percepción ciudadana de las políticas propuestas, por lo que partidos con Movimiento Ciudadano y el PT también podrían cobrar importancia.

“Estos ‘comodines’ han tenido un menor control de sus legisladores, e incluso han establecido posturas más flexibles. Falta ver si el Presidente estaba diciendo la verdad cuando señalaba que la política referente a Pemex y CFE era puramente por el bien nacional, y falta ver si ese bien nacional le parece más importante que la reelección de su partido. Si los demás partidos huelen sangre en la opinión ciudadana no será complicado ver que la legislatura regrese a donde estaba a principios de 2018”, dijo la fuente anónima.