Quienes conocen a Raquel Buenrostro aseguran que es una mujer de inteligencia aguda y convicciones fuertes, comprometida con acabar con los despilfarros y el mal uso del dinero público. Por eso, aseguran, llamó la atención del actual secretario de Hacienda y Crédito Público, Carlos Urzúa.

“Desde hace 25 años no ha dejado de vivir en su departamento de interés social”, cuenta Ignacio Martínez Cortés, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (LACEN), quien la conoce por colega y compañeros del Colegio de México.

Martínez reconoce en Buenrostro su sencillez, pero en especial su compromiso con la administración pública federal, donde se ha desempeñado desde 2010 en varios cargos, de acuerdo con su declaración anual pública en el portal Declaranet.

Petróleos Mexicanos y las secretarías de Turismo y Educación Pública figuran entre sus puestos federales de la última década, aunque excluyen los puestos en el gobierno capitalino que ocupó desde la llegada de López Obrador como jefe de gobierno.

En la misma declaración patrimonial, Buenrostro asegura ser propietaria de tres departamentos, que adquirió en 2011 y 2015, y que oscilan entre los 2.8 y los 7 millones de pesos. También dice que sus ingresos netos anuales son de casi 2.6 millones de pesos.

Personajes como Raquel Buenrostro son incómodos para el poder, pues lo cuestionan y lo retan, en opinión de Martínez. Sin embargo, en los últimos meses esta funcionaria pública no se ha limitado a ello: también ha estado detrás de recortes presupuestarios grandes, que presionan a varios sectores y han ocasionado centenas de despidos.

La llegada a la 4T

Días después de que Andrés Manuel López Obrador ganara la elección presidencial de 2018, el actual secretario de Hacienda y Crédito Público hizo una reunión con exalumnos y académicos para intercambiar puntos de vista sobre la economía nacional. En el encuentro participó Raquel Buenrostro, quien fungió como directora de Política Fiscal en la Secretaría de Finanzas del entonces Distrito Federal, a cargo de Urzúa, durante la jefatura de gobierno de López Obrador (2000-2006).

Buenrostro habló del gasto que representaban los seguros de gastos médicos mayores en el gobierno federal y cuestionó a las dependencias que contaban con esta prestación. Además, sembró una idea en Carlos Urzúa: la necesidad de centralizar las compras públicas.

A partir de diciembre, la sugerencia de Buenrostro ha tomado forma. En su calidad de Oficial Mayor de Hacienda – y trabajando nuevamente al lado de Carlos Urzúa – ella se ha encargado de la reingeniería de compras federales para reducir el gasto de la administración pública.

Su labor desde entonces ha sido criticada: los recortes en el presupuesto del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y las “prácticas neoliberales” en detrimento del sector salud debido a la centralización de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) fueron los motivos que denunció Germán Martínez Cázares en mayo, cuando renunció a la dirección del mismo.

“El Presidente del Gobierno de México proclamó el fin del neoliberalismo, pero en el IMSS algunas injerencias de Hacienda son de esencia neoliberal: ahorro y más ahorro, recortes de personal y más recortes de personal, y un rediseño institucional donde importa más el ‘cargo’ que el ‘encargo’”, publicó Martínez en su carta de renuncia al IMSS.

Esta queja, que fue desestimada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, abrió la puerta para ver los grandes recortes y la crisis que atraviesa la salud pública.

Todo sea por la austeridad

Raquel Buenrostro vive bajo la consigna de austeridad que ha impulsado Andrés Manuel López Obrador desde su campaña. Esto ha ocasionado problemas para la operación de las dependencias federales de todo el país y ha orillado a sectores, como el educativo, a ‘ajustarse el cinturón’ ante la falta de presupuesto.

Por ello, sus comunicaciones no caen bien en las dependencias, que viven las consecuencias de sus decisiones.

Uno de esos casos se dio el 30 de abril. En un oficio se dio la orden de separar de su cargo a todas las personas contratadas a partir del 1 de diciembre en las plazas permanentes, eventuales y de honorarios de las delegaciones u oficinas de representación de las entidades de la administración pública.

Entre los afectados por esta medida están más de 500 trabajadores del Consejo Nacional de Fomento Educativo, equivalentes a 33% de la plantilla, que fueron despedidos desde los primers días de mayo “de forma arbitraria, por teléfono y hasta por mensajes de WhatsApp”, denunciaron los trabajadores.

El personal afectado, que llevaba más tiempo trabajando en la dependencia, realizaba capacitación de instructores, difusión de campañas, asesoría pedagógica y levantamiento de datos escolares. Su ausencia puso presión sobre el sector educativo, que está contra tiempo para atender a los 301,000 estudiantes de niveles básicos comunitarios.

Pero eso no ha sido todo. También canceló los parques vehiculares no justificados, determinó boletos de viaje, ordenó auditorías para conocer el estado de la administración pública y está ‘recortando’ subsecretarías en diversas dependencias… sin mencionar el complicado escenario que atraviesan las compras públicas, que se han visto entorpecidas.

“El objetivo central es eliminar a los intermediarios para aumentar la calidad, combatir la corrupción y disminuir el precio de las compras del gobierno”, dijo Buenrostro cuando se anunció que sería ella quien vigilaría las compras de bienes y servicios.

Y para cumplir su meta, se vale también de la estrecha colaboración que tiene con el presidente López Obrador, quien suele dejarle el camino libre en la toma de decisiones económicas, siempre y cuando estas le permitan acercarse a sus objetivos de programas sociales.

Reportes de prensa han detallado la cercana relación entre ambos personajes, que se llaman varias veces al día para conocer el estado de las arcas nacionales. Toman decisiones para alcanzar metas numéricas, pese a las críticas de quienes desde el gobierno, la academia y la sociedad civil, que les avisan de un punto ciego que se rehúsan a ver.