Si alguien es testigo y, al mismo tiempo, actor de los acontecimientos políticos que han marcado el rumbo de México en las últimas seis décadas, es Porfirio Muñoz Ledo.

A lo largo de su extensa trayectoria política, el decano –hoy presidente de la Cámara de Diputados a los 85 años de edad– puede presumir de ocupar prácticamente todos los cargos disponibles en la administración pública mexicana.

Secretario de Estado, diputado, senador, diplomático, comisionado, subsecretario, líder partidista, entre otros puestos se le contabilizan, los cuales comenzó a ocupar desde mediados de los años 50.

Ha tenido casi todos los cargos más importantes de la política mexicana, con excepción de uno, su gran deseo: ser presidente de la República.

Entrega banda presidencial a la izquierda

Es sábado 1 de diciembre en la Ciudad de México. Muñoz Ledo se sitúa en la tribuna del recinto de San Lázaro flanqueado por Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto.

Son las 11:22 horas. Gira a su izquierda y recibe la banda presidencial de manos de Peña Nieto. La toma y con movimientos lentos –acordes a una persona de su edad– la muestra a legisladores e invitados. Rota a su derecha y la entrega a López Obrador. Aquí todos los detalles de cómo fue la ceremonia de la toma de posesión del presidente de México.

Minutos antes de la investidura lanzó un discurso como parte del protocolo de la ceremonia, el cual comenzó con el calificativo de que lo que se vivía ese día no era solo una transmisión de poderes, era un “evento excepcional en la trayectoria de México, restauración de la democracia y la reanudación del pacto social”.

No logró terminarlo. La bancada panista entre gritos reclamó que estaba siendo tendencioso y le pidió respeto. Muñoz Ledo los confrontó, se quitó los lentes, volteó al lugar donde se situaban y les soltó: “no pueden dar la imagen de un partido salvaje”.

Porfirio, el siempre polémico

“Se reveló como un personaje místico, un cruzado, un iluminado (…) Es un auténtico hijo laico de Dios y un servidor de la patria”, así calificó en un tuit Muñoz Ledo a López Obrador un día después de la toma de posesión, hecho que le costó una lluvia de críticas.


Horas después aclaró que su mensaje fue efecto de la emoción y cercanía que sostiene con el actual presidente de México y su intento por cambiar al país, pero lo deslindó de sus tareas que ejerce como presidente de la Cámara de Diputados.

México vivía una de sus épocas sociales más difíciles. Los hechos ocurridos el 2 de octubre de 1968 fueron un parte aguas de este país, concretándose así uno de los episodios más oscuros de la guerra sucia y represiva en México.

Durante el quinto informe de gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, un año después de lo ocurrido en Tlatelolco, Muñoz Ledo, con 36 años de edad –uno de los cuadros priistas más prometedores en ese entonces–, defendió la represión ocurrida en pro de la paz pública.

Con la más estricta objetividad podemos afirmar que los conflictos sociales que tuvieron lugar en México y que llegaron a poner en peligro la paz pública no dejaron como saldo el más mínimo incremento de poder o de influencia en favor de quienes se oponen a la transformación acelerada y a la autonomía del país

afirmó el joven Porfirio.

Casi dos décadas después, Muñoz Ledo fue protagonista de un nuevo hecho histórico de la política. Ya fuera del PRI y siendo senador por el Frente Democrático Nacional, se atrevió a interrumpir el discurso del presidente Miguel de la Madrid y pedir la palabra para interpelarlo.

Ese significó el fin al respeto disciplinado de la cultura priista al acto protocolario de los informes presidenciales. A partir de ahí surgieron las protestas cada seis años.

El pasado 30 de octubre, a unos días de iniciar la actual legislatura, el expriista y experredista ahora llegado a Morena llamó a quórum en punto de las 11:00 horas. Otorgó 15 minutos de tolerancia para esperar a que más diputados se dieran cita a cumplir sus funciones.

No se logró y Muñoz Ledo en calidad de presidente de la cámara baja lanzó el contundente mensaje: “Mi personal sentimiento de tristeza al ver casi todas las curules vacías. Hemos venido aquí para dignificar el Congreso, no para seguirlo ofendiendo”.


Para Alberto Espejel, analista político, Porfirio Muñoz Ledo es un personaje al que denomina como un “viejo lobo de mar”. Alguien que conoce a fondo el “teje y maneje de la política mexicana” y que ha estado presente en los momentos trascendentales.

Es una persona que se sabe adaptar al momento histórico, al lugar y la posición política que esté ocupando en ese momento. Ello explica lo del 68, pero también las posiciones distintas que ha tenido en los últimos tiempos. Tiene la capacidad de darse cuenta a qué liderazgos políticos se debe acercar y apoyar

Alberto Espejel, doctor en Ciencia Política de la UNAM

Una extensa trayectoria

Algunos de los cargos importantes que ha fungido el doctor en Ciencia Política y Derecho Constitucional por la Universidad de París, Francia:

-Asesor técnico de la Presidencia (1960-1964)

-Secretario general del IMSS (1966-1970)

-Subsecretario de Presidencia (1970-1972)

-Secretario del Trabajo y Previsión Social (1972-1975)

-Presidente nacional del PRI (1975-1976)

-Secretario de Educación Pública (1976-1977)

-Embajador permanente ante la ONU (1979-1985)

-Presidente nacional y fundador del PRD (1989)

-Embajador ante la Unión Europea y la Unesco (2001-2004)

-Comisionado para la Reforma Política del DF (2012)

-Tres veces diputados federal y dos veces senador

La presidencia que nunca fue

Muñoz Ledo junto a Zedillo. (Foto: Reuters)

Para la formación 100% priista que tuvo Muñoz Ledo con expresidentes como Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo, su perfil siempre estuvo en la baraja para formar parte del viejo ritual del “destapado” –elegir al favorito para suplir al presidente en funciones según la antigua tradición del Partido Revolucionario Institucional–.

Al momento de culminar su presidencia, Echeverría llegó a hacerle guiños al abogado por la UNAM para convertirse en su “delfín” –fue su secretario del Trabajo– pero no se concretó. Se decantó por José López Portillo.

Para el siguiente sexenio, Muñoz Ledo se mantuvo muy activo con su quehacer político cercano al presidente. Fue secretario de Educación y aunque en esa segunda oportunidad trató de convertirse en el favorito para llegar a Los Pinos, la carrera le fue ganada por Miguel de la Madrid, mandatario a quien confrontó en el Congreso unos años después.

Al dejar los colores priistas atrás, junto a Cuauhtémoc Cárdenas fundó el PRD, partido con el que tampoco pudo aspirar a competir como presidenciable, ya que el michoacano siempre acaparó esa oportunidad. Las diferencias surgieron y abandonó el sol azteca.

En el 2000 y respaldado por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana –hoy inexistente– se lanzó a la búsqueda de la silla presidencial. Previo al día clave decidió declinar y apoyar la candidatura encabezada por el panista Vicente Fox.

Espejel agrega que Muñoz Ledo es el clásico político de los 70 y 80 que cumple con el perfil de ser personas muy lúcidas y hábiles con muy buena oratoria, cuyos discursos saben guardar las formas pero van al fondo del asunto de forma concreta.

Hoy Muñoz Ledo vive una nueva era. A sus 85 años es uno de los rostros presentes en todas las transformaciones políticas de México. Forma parte de esa especie de políticos transexenales, ya casi extintos, que siguen vigentes pese a polémicas y obstáculos, anteponiendo su habilidad y cabildeo como principales armas.

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